Opinión

Primero, los deberes

Dicen las estadísticas que los turistas que llegan a Ourense, que empiezan a hacerlo en cantidad respetable, proceden en su mayoría de otras ciudades gallegas y apenas se quedan. Viajeros de ida y vuelta, podríamos decir, que no sienten la necesidad de seguir aquí más tiempo. Es, desde luego, una decisión personal, pero en la que los ourensanos tenemos responsabilidades, y los que gobiernan, mucho más.

Hemos llegado a tener oficinas de turismo distintas, ofertas dispares -cuando no contrapuestas- entre administraciones de distinto signo y un evidente descuido de los puntos o monumentos susceptibles de ser exhibidos. Tampoco la iniciativa privada y la falta de profesionalidad quedan a salvo de que las cosas sean como son.

Tenemos recursos naturales muy por encima de otros enclaves con muchísimos más turistas que nosotros. No aprendemos la lección y todo el mundo anda mirando si son galgos o podencos mientras esos lugares hacen el negocio. Tampoco es un asunto privativo de los ourensanos, porque algo semejante está pasando con los aeropuertos gallegos.

Conviene meterse en la cabeza algunas cosas: nadie va a regalarnos nada; todo lo que queramos hacer o acometer, habremos de hacerlo desde aquí, con algunos medios y contundente convicción. De otra forma, imposible. Hay muchos frentes abiertos en esa batalla, pero uno de los primeros será trabajar en convertir a cada ciudadano en potencial agente turístico.

Lo he contado hace meses aquí. Tiene que ver con una anécdota reveladora registrada en As Burgas. Un grupo de forasteros decían asombrados a un hombre: ¡qué cosa más bonita y espectacular tienen aquí! La respuesta textual fue: 'Bueno, no crea'. Seguro que cada uno de ustedes ha vivido la experiencia contraria por ahí fuera. Cuando mira o pregunta por algo, en seguida le cuentan que es lo más bonito que existe en el mundo y le muestran el orgullo de lo suyo.Es una lección importantísima que hay que aprender de forma colectiva. Después, todo lo demás.

Te puede interesar