Opinión

El termalismo y el ave

Los proyectos de futuro vinculados a la explotación termal en Ourense se encuentran en punto muerto debido a la difícil situación económica, pero también a la incertidumbre sobre la llegada del AVE a Galicia o, mejor, a la certeza de que esa infraestructura se retrasará sine die, por más que sea evidente que para el termalismo y para otros sectores económicos se trate de una cuestión vital.

Ello será así porque con la iglesia hemos topado, que en este asunto se llama Fomento. Muchos creimos que el terrible accidente de Angrois iba a tener consecuencias. La pérdida de vidas humanas, el sufrimiento de sus familias, de los heridos y la conmoción general serán imposibles de reparar por parte de la justicia, pero los responsables de esto -más allá del maquinista al que quieren señalar como culpable único- saben que deberán prescindir de esa idea acariciada de raspar dinero como fuese en los tramos de AVE que restan, aún a costa de de deteriorar el proyecto previsto metiendo tramos con vía única y sistemas de seguridad de medio pelo.

Hablamos de Sanabria a Ourense y, sobre todo, de los kilómetros de acceso a la ciudad, estación incluida. Pero pasó lo que pasó y lo de Angrois echó por tierra esas cuentas. Seguramente habrá reconsideraciones sobre el proyecto pero no en la medida prevista. Eso podría ser considerado una buena noticia, que lo es, aunque desprendida de un coste humano tan brutal.

El posible abandono del recorte salvaje en la inversión de la alta velocidad pendiente, hace pensar que la tijera entrará con la paralización de tramos en obras -que a fin de año puede ser total, pues la actividad es cada vez menor debido al impago del Gobierno- y el alargamiento sine die de la solución a la entrada a Ourense.

Así las cosas, el sector termal ourensano y quienes tienen puesto los ojos sobre él deberán reorientar los planteamientos, porque el AVE carece de fechas y cuando las haya irán mucho más allá de lo prometido hasta ahora. Salvo que el presidente del Gobierno y la ministra de Fomento, perfectos conocedores de la situación, lo remedien. Y no parece.

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