Opinión

La violencia imparable

Ni siquiera la Semana Santa, con su aura proclive al entendimiento y la fraternidad, es capaz de detener esa epidemia de violencia que algunos hombres descargan sobre sus parejas, o que lo han sido, e indirectamente sobre los hijos de ambos, cuando no los convierten en víctimas en primer grado.

El último caso conocido -esperemos que así sea- tuvo lugar ayer en Málga. Un individuo apareció ahorcado en su vivienda, mientras su hija de seis años fue hallada sin vida sobre la cama. La niña pasaba la semana vacacional con su progenitor, que estaba en trámites de separación de la madre de la pequeña. Todo apunta a que el hombre causó la muerte de su hija y luego puso fin a su vida.

Durante la mañana del Viernes Santo, otro hombre asesinó a su pareja, embarazada, a hachazos, en un barrio de Lugo. Por celos, dice; ya saben, es ese mal por el que algunos creen que el prójimo, aunque sea su pareja, les pertenece hasta el punto de darle muerte si se le cruzan los cables o lo creen conveniente.

La víctima deja tres hijos menores: uno de 17 años, otra de trece, que presenció la agresión del padre a la madre, y un tercero de cuatro. De todos ellos es responsable ahora un hermano mayor, de 22 años, que a su vez tiene dos hijos pequeños. A todo hay quien gane y todo puede ser superado, pero éste es un drama que pone la piel de gallina pensando lo cabrón que se presenta el destino de esos pequeños, sin otra culpa que ser hijos de un descerebrado.

Lo inquietante, además, es que ese machismo bravo y posesivo se asociaba a personas criadas en un ambiente de dominación del hombre y sumisión de lamujer y, sin embargo, vemos entre los agresores a gente joven, que por edad debería haber mamado el concepto de igualdad y respeto a los semejantes, sean quienes sean y representen lo que representen en el ámbito personal o familiar. Resulta estremecedor pensar que la generación de nuestros hijos, como la nuestra, reproduce comportamientos que parecerían más justificables en la de nuestros padres cuando el asesinato de una mujer era sólo un crimen pasional.

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