Opinión

La crisis capitalista

El capitalismo es el sistema social en el cual domina el poder económico sin que lo refrene ningún estatuto social; en el que la vida económica se regula por el juego caótico de las fuerzas de la naturaleza, de la propiedad y del trabajo. Desde hace tiempo, la constitución de grandes monopolios, ‘truts’, etcétera, procuran sujetar la producción a normas de conveniencia individual.


Hasta ahora se ha visto clara la trayectoria capitalista. Si no modifica, quiérase o no, su actuación, su destino es la desaparición absoluta. O colectiviza su manera de producir, y en ese caso pierde, desde luego, su esencia individualista. O muere por causa de sus grandes crisis.


Por su parte, la actuación espontánea del liberalismo económico no conduce más que al desnivel social y al hambre crónica.


El capitalismo necesita ahora del Poder político para imponer sus normas económicas y proporcionarse nuevas salidas a sus productos. Nunca como ahora tan negada la teoría liberal de la no intervención del Estado en la regulación de la Economía. El resultado está ahí. Es imprescindible que en esa materia intervengan necesariamente todos los gobiernos ejerciendo el control que, desde siempre, debieron ejercer. Y así va el mundo.


Sea como sea, el liberalismo económico se ha convertido, a nivel mundial, en una dominación política de tipo imperialista absorbente. De ahí la explicación de las guerras actuales y de los grandes trastornos sociales.


Cuando algún día la técnica llegue a los países en desarrollo y todo el mundo esté al mismo nivel de producción, difícilmente podrá el capitalismo abrir por la fuerza nuevos mercados. Pero antes de que lleguen a ese sometimiento los gobiernos por fin están saliendo al paso de este caos y, como consecuencia de ello, tratan de controlar el funcionamiento del capitalismo en crisis. Realmente, toda economía mercantil, basada principalmente en la división del trabajo y de la propiedad privada, implica una contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter individual, privado, de la apropiación. Asimismo, el producto creado por la sociedad, para las necesidades de la sociedad, es propiedad de los individuos, los cuales oponen a los intereses de la sociedad sus intereses individuales. Esta es la causa de la desorganización de la economía y, por consiguiente la de la grave crisis que, por desgracia, alcanza a todo el planeta Tierra.


Ergo. Del estudio de las distintas economías se observa fácilmente que ni el capitalismo monopolizador ni la gran banca pueden solucionar la crisis. Y hasta agravan.


No hay que olvidar que el capitalismo actual se caracteriza por el espíritu de lucro, y únicamente trata de agrandar las ramas lucrativas de la producción regulando los precios, con el fin de obtener, no la satisfacción del servicio social, sino el máximo de beneficios. Para nada le interesa el desarrollo y bienestar de las mesas productoras. E incluso cabe el peligro de que no avance la técnica de cierta producción si a él no le interesa como elemento de negocio.


Hay que reconocer que las contradicciones de la sociedad capitalista son tales, que cuanto más se desarrollan las fuerzas productivas, más aumenta la concentración y la centralización del capital y de los monopolios, y, por consecuencia, más se oponen los intereses individuales al desarrollo de las fuerzas productivas.


En realidad, la crisis ahora está en el poder político. Se puede decir, y lo digo también para navegantes, que los políticos profesionales no son, en la mayoría de los casos, más que servidores del capital. Consciente o inconscientemente hacen el juego a los intereses del capitalismo. Si se analizan un poco las actitudes e intenciones más o menos veladas de determinados políticos, no ves en ellos más que ambición de ser algo, de hacerse un nombre o de aprovechar su influencia política en la vida privada. O bien son aspirantes a cargos bien retribuidos para sí o, conseguirlos mediante influencias, para sus familiares.


Definitivamente, manifestar que el capitalismo seguirá luchando por la conquista de nuevos mercados y agravando las relaciones y contradicciones imperialistas de Estado a Estado. Todo menos organizar la vida sobre bases de verdadera justicia.


El propio capitalismo está desbrozando el camino que le ha de conducir al abismo.



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