Opinión

Diada, mentira histórica

Coincidiendo con la Diada del 11 de septiembre, historiadores catalanes, gallegos y vascos de los partidos nacionalistas de Galeuscat han protestado contra los ‘intentos unificadores de la historia’ del poder central y exigieron una visión del pasado más autonomista.


El problema es que la historia española es centralista. Roma unificó la península y le llamó Hispania. Luego, en el Medioevo, los catalanes, gallegos y vascos se apareaban con hermosas castellanas mientras hacían la Reconquista y fabricaban castellanitos. Casados Isabel, heredera castellana, y Fernando, heredero de Aragón, que incluia Cataluña y lo que el expansionismo barcelonés llama ‘paisos canatalans’, la península se unificó nuevamente, remedando a los romanos. El resultado es deplorable para los nacionalismos: España es como es porque casi todos los herederos de los principales linajes, tras múltiples cruces, terminaron en Cayetana Alba, los duques de Medinasidonia y, por encima de todos, los Borbón, reyes de España. Que conste: los Reyes pudieron haber sido austriacos si hubieran ganado la Guerra de Sucesión de prin cipios del XVII. Porque dos ramas familiares, Augsburgo y Borbón, combatieron en guerra civil. Los nobles catalanes apoyaron erróneamente a los perdedores, los austriacos. Quizás por eso Barcelona no es capital de España. En aquella guerra de Sucesión, que no de secesión, el héroe de la Diada del 11 de septiembre de 1714 que se conmemora cada año, Rafael Casanova, no murió luchando por la soberanía catalana como cuentan los nacionalistas. Está perfectamente documentado que se hizo el muerto, se instaló en Sant Boi y después ejerció la abogacía con el perdón de Felipe V y gran aprovechamiento económico. Ahora, los nacionalistas catalanes, gallegos y vascos están molestos porque su nobleza vive en Madrid y sigue siendo dueña, de sus mejores castillos y vestigios.



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