Opinión

El debate de los debates

Ayer, y con una primera intervención del presidente del Gobierno anunciando un paquete de medidas económicas de gran calado según su propia creencia, se inició el primer debate sobre el Estado de la Nación ocurrido en el país  en los últimos siete años. Debería tratarse de una suerte política natural y escenificada con periódica normalidad, pero da la impresión de que el debate no es del agrado de los presidentes del Gobierno y que todos ellos le tienen más miedo a este escenario que los porteros a los saques de corner o al menos yo los temía más que un nublado cuando jugaba. Sánchez no ha querido verlo ni en pintura y a Rajoy y a Zapatero les ponían de los nervios, y solo la pura necesidad que el propio presidente advierte le empuja a celebrarlo. Lo hace en una situación delicada, con la coalición de Gobierno prácticamente rota, víctima de un severo desgaste, y urgido por sus propios administrados a los que las medidas que ha ido adoptando han gustado poco y apenas le han servido para nada. El famoso cheque de los 200 euros a mayores destinado a socorrer a los parados de larga duración, rentas bajas y, en general, segmentos más desfavorecidos de la sociedad no ha podido abonarse todavía porque la liquidez de las arcas gubernamentales está en horas bajas.  Se pagará a final de año, lo que reduce las prestaciones de esta  pintoresca  medida y confirma que llega tarde. A los más débiles la ayuda les hace falta ahora, cuando la inflación se ha elevado por los aires y ha elevado de una forma dramática los precios de la electricidad, los carburantes y la cesta de la compra. En diciembre no es fácil suponer por dónde van a ir los tiros y aunque las perspectivas sugieran que las cosas van a cambiar para peor y quizá con 200 euros de prima no se arregle casi nada, estas son suposiciones y debería valer más pájaro en mano que ciento volando. El ministerio sospecha que casi tres millones de españoles cumplirán las condiciones para solicitar esta prestación.

Sin embargo, el problema no está depositado en situaciones puntuales. Sánchez ha puesto a trabajar estos últimos días a destajo a todo su equipo de asesores de Moncloa para salir bien librado del evento, pero el escenario general que se dibuja detrás de su comparecencia en el Congreso no es el más idóneo porque Sánchez tiene a más de la mitad de la Cámara en contra por razones diversas. Aunque Alberto Núñez no pueda intervenir todavía pues está en el Senado, la situación no es buena. Y él lo sabe.

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