Opinión

La era del moño

Si mi padre me hubiera visto con moño hubiera necesitado un desfibrilador y eso que era un hombre muy abierto, un médico ilustrado al que no le costaba un gran esfuerzo asomarse a las nuevas tendencias y respetarlas como corresponde a la forma de pensar de un castellano de arriba, nacido en un cogollo muy especial que engloba a los burgaleses, los navarros, los riojanos y los vascos de Vitoria en las tierras que riega el Ebro.

Pero lo de las greñas no le gustaba un pelo, yo por aquel entonces recordaba muy propiamente al Sagrado Corazón de Jesús con sus barbas, sus bigotes y la melena peinada con la raya en medio, y aquella traza le mantenía muy inquieto. Si en vez del pelo a su caída me hubiera cogido un moño como ahora se lleva mucho, a mi pobre padre le hubiera dado un enajenamiento porque sospecho hubiera considerado la posibilidad de que me estuviera invirtiendo y eso para los de Miranda en los viejos tiempos eran palabras mayores por mucha ilustración que tuvieran.

Recuerdo que un frutero al que mi padre había tratado de una lesión de calcáneo me dijo un día cuando me paré a ver el género del escaparate: “Su padre de usted sí que es un señor y no usted que parece maricón con esos pelos”. Aquel hombre sospechaba que todos los que llevábamos el cabello largo teníamos que ser forzosamente afeminados y eso que no me vio con moño. Hoy, los estudiantes se atiesan y recogen el cabello como Lola Flores, y los futbolistas se suben las medias por encima de las rodillas y parece que tienen las piernas como una bailarina de can-can. Algunos llevan el moño, la barba y las medias subidas hasta medio muslo y el aspecto produce respeto, pero nada pasa.

Miento. Una universidad del estado de Ohio ha prohibido a todos sus estudiantes aparecer en el campus peinando moño por considerar que esa forma de peinado es un estilo “extremo”. A mí me parece poco favorecedor y no sería muy capaz de hacerlo pero tampoco lo considero tan estrambótico. Depende de quien lo lleve. Si lo llevo yo es una mierda. Si lo lleva Leo di Caprio es estéticamente destacado y un estilo muy rompedor y abierto a las nuevas tendencias. Di Caprio es un chaval guapo, rico y famoso. Y yo, para qué les voy a contar. Ni chaval, ni guapo, ni famoso, ni mucho menos rico. Es la diferencia.

Te puede interesar