Opinión

El país y sus paisanos listos

Es el español un pueblo de acento cainita que no solo se porta mal con sus personajes más sobresalientes sino que no para hasta hundirlos. Es cierto que en algunas ocasiones no acierta a culminar el trabajo y la víctima se escapa viva de milagro, pero se trata de una excepción que confirma la regla. Lo más frecuente es que aquellos de sus hijos que lo han dado generosamente todo a favor de sus paisanos sean objeto de sus iras, y terminen sus días convertidos en carne de desventura. Odiados, vilipendiados, olvidados e incluso mucho peor acaba la mayor parte de los más preclaros y benéficos de nosotros. Algunos lo hicieron mucho peor todavía y agotaron sus días colgados del palo más alto de una plaza pública, mientras la multitud que un día besó por donde pisaban, les tira berza podrida a la cara y se alboroza cuando el verdugo cierra el círculo. Al desgraciado general Riego le pasó eso, pobre hombre, y ninguno de los actuales apóstoles de las libertades públicas le ha dedicado un minuto de reflexión y recuerdo. A la gente le suena su himno -que instauró la II República y que ni siquiera se parece al que en su honor compuso un día su amigo y también militar liberal Evaristo San Miguel- pero Riego es uno de los casos más vergonzantes de injusticia colectiva de los muchos que la masa ha producido. Los que abogan por la república federal y el progresismo sin saber qué es lo que quieren exactamente, debería leer su historia y procurar que no se caiga a todos los cara de vergüenza. Pero ese es otro tema y por desgracia, una causa perdida.

Eso no es obstáculo para que me sienta incómodo e indignado en muchos casos cuando a los diarios se asoma la opinión de los llamados intelectuales cuya norma argumental es tratarnos a todos tontos menos él que expone, que se considera a sí mismo el único listo. El intelectual español de hoy ni se encuentra responsable de nada. Ni de lo de antes ni de lo de ahora. Para él, los responsables son los siervos de la gleba, atontados y sin juicio, que se dejan llevar por los instintos más incultos y primitivos. Llevo días leyendo declaraciones de los pensantes del país en las páginas de fondo de los rotativos y me están poniendo del hígado.

Total. Vamos a dejar pasar estos días con sus urnas y sus debates y luego ya hablaremos. Que hay mucho que hablar y mucho de lo que hacer propósito de enmienda.

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