Hay noticias que dan que pensar. ¿Quién lo iba a decir en un mundo tan veloz, tan ocupado, tan lleno de acontecimientos que no dan respiro? Un mundo lleno de sustos y de pandemias, y de dudas sobre el futuro. Un mundo de máquinas efectivas, de redes que asfixian al planeta, rodeado e inerme ante tanto chisme que lo constriñe. Sin embargo, es verdad. Por lo menos así lo aseguran las cifras: “Alrededor del 51% de los jóvenes de Reino Unido, de 18 a 34 años encuestados por Savanta ComRes, rezan por lo menos una vez al mes”. Está claro que hay tiempo para todo y a pesar de todos los pesares generales y particulares, en un mundo hiperactivo que además de girar incansable, proporciona alarmas, disgustos y problemas de fuego y agua. La encuesta da como resultado que los jóvenes británicos rezan y frecuentan los lugares de culto, más que los que les siguen en edad.
Según el análisis, este cambio debió de ser influido por, y en línea con la pandemia. Chris Hopkins, asociado de Savanta, señaló diversas teorías sobre el hecho de que los jóvenes se den más a la práctica religiosa de oración. Entre ellas la demografía del país, las religiones minoritarias, los hábitos clásicos de la población en general, y el impacto de la pandemia. Situación esta última que pudo haber abierto más vías de espiritualidad. Sin embargo, otros expertos difieren del resultado de este estudio y contraponen la realización de otros que contrariamente señalan, dentro de las actitudes sociales, que las personas mayores rezan, y concurren a los templos con mucha más regularidad que el sector juvenil.
Esto es lo que pasa con las encuestas y los estudios sobre cualquier aspecto de índole social. El resultado de las muestras, depende casi siempre de la claridad de las preguntas, de la riqueza y culturas de los lugares, y de tantas complejidades inconscientes que influyen de manera definitiva en el punto final del trabajo realizado. Lo cierto es que el ser humano es vulnerable, y lo sabe. Por lo que llegado a situaciones de peligro inmediato, busca ayuda y amparo donde piensa que los hallará. La pandemia cambió costumbres y usos. Cambió los comportamientos, las ideas sobre la vida, y evidenció la pequeñez que el humano representa ante un enemigo solo visible a través de un microscopio. Pero que puede eliminar sin piedad a todo un gran ejército.