Opinión

CORRUPCIÓN, SÍ, PERO ¿Y LA ECONOMÍA?

Desde hace algún tiempo el debate político y social en este país se encuentra lamentable y miserablemente centralizado en la corrupción de la clase política y sus partidos dominantes. Que un presidente del Gobierno de un país como España, miembro de peso en la Union Europea, tenga que comparecer en el Parlamento un primero de agosto para dar explicaciones no sólo sobre la financiación del partido al que pertenece, sino, además, sobre la veracidad o mendacidad de las afirmaciones de un ex tesorero relativas al cobro de sueldos en dinero negro por parte del Presidente que comparece cuando ocupaba una cartera de ministro, es una prueba sobradamente elocuente de hasta qué nivel de descomposición ha llegado eso que desde hace veinte años vengo llamando el Sistema. Confieso que a quien ha ocupado una posición de importancia en el sistema financiero e industrial español, como es mi caso, este tipo de debates nos parecen un monumento al cinismo. Sabemos con constancia cierta como se han financiado los partidos políticos, no de ahora sino desde hace mucho tiempo, y como esa suerte de financiación excepcional, por llamarla de alguna manera, se aceptaba con una naturalidad pasmosa, como si el incumplimiento de las normas que regulaban el origen de sus fondos fuera eso que llaman un 'bien entendido', porque en el juego por el poder todo vale. No recuerdo su nombre pero un rey árabe sentó esta máxima: en la guerra, si ves que no puedes ganar, engaña. Pues en la guerra por el poder el engaño parece haberse convertido en el método por excelencia, predicando unas máximas que se negaban en la realidad diaria. No se ha dicho toda la verdad sobre este asunto y posiblemente nunca llegue a explicarse del todo, pero en cualquier caso lo que se sabe es suficiente para que, como digo, este tipo de debates empleados en negar la evidencia, tengan nulo interés. Y creo que para los ciudadanos tampoco se presenta como algo realmente atractivo o digno de ser contemplado, dado que el desprestigio, deterioro y descalificación de la clase política convierten en estériles ciertas explicaciones.


Y mientras eso sucede en el parlamento, mientras los políticos se pelean entre ellos y por su turno, la vida sigue y los españoles, al margen de ese sentimiento de fin de ciclo politico-social, se cuestionan cuando cómo y de que manera saldremos de la crisis, porque con el escenario dominado por la corrupción parece como si la economía hubiera pasado a un segundo plano. O no se habla o se comenta menos que antaño. Y no es exclusivamente debido a una suerte de actitud de entrega, de resignación ante al desastre que nos toca vivir, sino porque, además, ya nadie se cree que los anuncios de mejoría efectuados desde determinadas instancias del poder sean mínimamente creíbles. Y no porque seamos enemigos del gobierno de turno, sino, simple, sencilla y llanamente, porque vivimos la realidad de cada día que es el mejor de los maestros en la asignatura de la evolución económica. Pero con todo y e o hay que admitir con agrado que disponemos de ciertos aspectos de nuestras cuentas que muestran una posición favorable. Me refiero sobre todo a la evolución del sector exterior. El presidente del Gobierno dijo algo al respecto en el debate del día 1 pasado, pero sus palabras quedaron ahogadas por el estruendo de la corrupción del llamado caso Bárcenas. Y tiene razón. Por primer vez en mucho tiempo nuestra balanza por cuenta corriente tiene un saldo positivo. Para los no expertos eso quiere decir que no solo no nos financiamos con el ahorro de otros países, sino que además, hemos generado algo de ese ahorro por nosotros mismos, lo que nos puede, de continuar así, proporcionar un sendero para conseguir cuando menos reducir el gran lastre de nuestra economía, que no es otro, en este campo, que el endeudamiento masivo al que nos sometimos en la época llamada de bonanza.


Exportamos más e importamos menos. Lo segundo es bueno, pero cuidado que no sea debido a la falta de dinero y a que con ello algunas empresas dejen de actualizarse en términos de capital tecnológico. Pero con esta matización, les diré que es cierto que hemos exportado mucho mas y que la reducción de las importaciones no justifica por si sola esta buena situación. Influye, claro, el turismo, pero en todo caso, insisto, es una estupenda noticia. ¿Quiere eso decir que nuestras empresas son mas competitivas? Pues algo de eso hay, porque entre otras cosas se ha producido un descenso del peso relativo de los costes salariales. Otra cosa es que esasexportaciones generen suficiente beneficios...


Pero con esta buena noticia no se puede decir que estamos fuera de la recesión, porque no es verdad. El dato del último trimestre sigue siendo negativo. Menos que el anterior, claro, pero negativo. Y, además, una cosa es comenzar a crecer y otra creernos que con crecimientos exiguos volveremos por senderos de abundancia. Se necesita algo elemental: empresas competitivas y rentables en un entorno internacionalizado. No hay otra manera de reducir el paro. Lo demás es pura ilusión óptico-política, si se me permite la expresión. Y nos queda mucho por recorrer. Pero toda crisis es también una oportunidad. Conviene no desaprovecharla.

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