Opinión

REUNIÓN DE ASESINOS QUE NO PIDEN PERDÓN

El pasado martes, en el renovado 'El Gato al Agua' de Intereconomia, uno de los temas que tratamos fue la valiente actuación del periodista de Intereconomía, Cake Minuesa, cuyas imágenes preguntando a los etarras si se declaraban arrepentidos de sus crímenes ha impactado de manera profunda en la sociedad española. Además de agradecer al citado periodista su valentía, lo que igualmente y con énfasis efectuaron muchas personas, singularmente las víctimas, quise poner el acento en el mensaje que se desprendía de esa reunión de etarras libres. Los integrantes eran -como digo- presos de la banda ETA que acababan de ser liberados a consecuencia de la derogación de la doctrina Parot por el Tribunal de Estrasburgo. Vaya por delante que ya en mi libro Derecho Penitenciario Vivido expuse mi tesis de que esa doctrina era contra legem y, por tanto, mas tarde o más temprano acabaría por ser derogada en tanto en cuanto implicaba una destrucción de principios elementales como seguridad jurídica e irretroactividad de las normas penales.


Partamos de la base que sus condenas están extinguidas y de que no existen medidas restrictivas de su libertad. Por tanto tienen la capacidad de reunirse al igual -dentro de ciertos límites- que cualquier otra persona. Pero esta circunstancia no impide considerar extraña -cuando menos- una concentración tan numerosa de personas que se unen en base a su pertenencia a una organización criminal y a cuyas espaldas cuelgan muchos asesinatos. Es, posiblemente, la primera vez en la historia en la que un grupo tan numeroso de personas condenadas por asesinatos se reúnen para dar una nota de prensa. ¿En qué podía consistir el mensaje que pretendían trasladar?. Algunos atisbaron la idea de que se trataba de pedir perdón, iniciar un proceso de reconciliación para construir una paz duradera.


A juicio de Anabel Díaz, mujer inteligente y con muchos conocimientos derivados de su experiencia periodística, se transmitió una imagen de fracaso puesto que, al final, después de tantos años en prisión, no habían conseguido ninguno de sus sueños, y aseguraba que en los ojos de aquellas personas se vislumbrada el brillo de la derrota.


Personalmente creo que la imagen es otra. Ante todo se centraron en el conflicto, lo que implica encerrar sus asesinatos dentro de un marco político. En segundo lugar insistieron en los muchos años de cárcel pasados, mencionando los ilegales como consecuencia de la derogación de la doctrina parot. Hablaron en términos de daños pero bilaterales, esto es, sin diferenciar asesinos de asesinados. Expusieron los malos tratos jurídicos recibidos en el plano penitenciario del Estado español y reclamaron que se les aplicara la legislación penitenciaria como a cualquier otro recluso. En definitiva, ni mencionaron a las víctimas, ni mostraron arrepentimiento y ni siquiera a los requerimientos de Minuesa se atrevieron a insinuar una petición de perdón a las víctimas, sino que, incluso, uno de ellos, se atrevió a decir, ante algo tan elemental, que si quería protagonismo se fuera a buscarlo a un circo.


A mi juicio la imagen que transmitieron es la de unos gudaris triunfantes porque a pesar de tantos años de cárcel, de tantas 'vejaciones', de tantos 'sufrimientos', allí estaban reunidos, vivos y defendiendo las mismas ideas de siempre, la construcción de una solución para el 'conflicto'. En el fondo se trataba de decir: defendemos un ideal que es la construcción de Euskalerría como Estado Vasco Socialista. Hemos matado al servicio del conflicto, y lo hemos pagado. Pero eso no ha cambiado nuestro objetivo final. Simplemente ahora dejamos las armas para seguir por otra vía, porque tenemos terminales en la instituciones políticas vascas. Por tanto, las víctimas son solo daños colaterales en el desarrollo del conflicto.


Es un error creer que el daño de ETA se concluye con la entrega de las armas. Ya no matan, es verdad. Pero no olvidemos que el valor de las vidas humanas de inocentes es para ellos puramente instrumental. Y no piden perdón ni se arrepienten porque las víctimas inocentes son solo daños colaterales de su 'lucha' para la solución del 'conflicto'.


El daño va mas allá de las armas. Está en las mentes de algunas personas jóvenes, por desgracia. Me encantaría pensar que la lectura de los jóvenes es la de fracaso rotundo, pero creo que se presentaron como héroes de una causa. Y eso me parece grave. Esa reunión me sirvió para ratificarme en la idea de que el daño de ETA no se cura solo con entrega de las armas. Se necesitará tiempo para que las mentes de las gentes dejen de lado la versión que difundieron. Lo experimenté en algunas conversaciones que mantuve con jóvenes vinculados a ETA en Alcalá Meco. El propio De Juana Chaos me dio personalmente en prisión esa versión de 'daños colaterales del conflicto'. Recomponer no será fácil y costará tiempo. Y con eso hay que contar para saber trabajar en la verdadera dirección de la reconciliación porque desde la contemplación de la vida de un inocente como un valor meramente instrumental no se puede construir verdadera convivencia.

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