Opinión

'SOLO QUIERO IRME DE ESPAÑA'

El pasado jueves almorzaba en Madrid con un chico de veintisiete años recién cumplidos, licenciado en empresariales y master en finanzas por uno de los centros mas prestigiosos de España. Es inteligente, equilibrado, poco propicio a aspavientos físicos, intelectuales y emocionales. En medio de nuestra conversación, con un gesto de indudable y profunda tristeza y una mirada perdida en un horizonte que no conseguida alcanzar, me dijo:


-Estoy defraudado. Nunca pensé que España era así. Te confieso que siempre soñé en hacer algo útil para mi y para mi país. Ahora que veo como funciona esto solo tengo ganas de que lo que llevo entre manos termine para irme a otro lado. No quiero seguir contemplando este espectáculo de tanta decadencia moral, intelectual y espiritual.


Le miré en silencio. Mi mente voló a mis veintinueve años. Era un abogado del Estado en excedencia que había decidido conocer el mundo utilizando para ello la plataforma que te proporcionaba en aquellos días la industria farmacéutica. Confiaba en un sistema en el que creía y me sentía contento y hasta privilegiado de aprender. Cierto es que conocí el tremendo cinismo de los Estados Occidentales que al tiempo que imponían una tributación progresiva en términos en ocasiones casi confiscatorios, establecían paraísos fiscales en los que lo mas potentes económicamente podían encontrar remedios nada desdeñables para reducir esa voracidad recaudatoria del Estado moderno. Admito que ese mundo me impactó y hasta afectó a ciertas creencias que en esos días formaban parte de mi arquitectura moral y política. Pero no me sentía defraudado. España se encaminada, al menos sobre el papel, hacia un régimen democrático y nuestra equiparación con un modelo europeo era solo cuestión de poco tiempo y eso, lo admito, me llenaba de satisfacción. Tenia ilusiones, ganas de vivir, de contribuir a un nuevo modo de vivir entre nosotros los españoles, lejos de ciertos fantasmas del pasado. Jamás habría pronunciado la frase que nació del corazón lastimado de ese chico con el que almorzaba.


Además de sufrir sobre las carnes de su familia una persecución política utilizando el instrumento de la llamada justicia penal, ese día, precisamente ese día, dos noticias le abrumaban de modo especial. Una de ellas nos afecta a nosotros los gallegos singularmente Por fin, las cajas de ahorro gallegas llegan al final de una escapada incomprensible. Son compradas por un banco venezolano. Punto y final. Le comenté a mi compañero de mesa que un día escribí en este periódico un sueño: recuperar a las Cajas de Ahorro gallegas. Mi experiencia en Banesto me proporcionaba la información de que Galicia como mercado financiero era rentable. Incluso diría que muy rentable porque, al menos nosotros, me refiero a Banesto, disponíamos de recursos a un coste mas que aceptable que situábamos sobre el mercado nacional con una rentabilidad, como digo, nada despreciable.¿Como ha sido posible el colapso de algo así? Pues no lo se muy bien, aunque lo imagino, pero me parece poco serio en asunto de tanta envergadura aventurar sin pruebas, por evidentes que puedan resultar la mas elementales elucubraciones. Pero, en fin, mi sueño de recuperar para Galicia el modelo de Cajas de Ahorro ha pasado, como tantos otros, a un limbo eterno. Sinceramente me dan igual las responsabilidades políticas y de otro tipo: eso seguirá su curso que quizás sea, con alta probabilidad, ninguno. Mi pena deriva de perder lo que nos ofrecía el modelo. Lo demás me importa mucho menos.


-¿Has visto lo del hijo de Aznar? Me preguntó con un tono de reprobación nada disimulado


Y es que ese día, además de que correos y sms demostraban que Aznar, el expresidente del Gobierno, había urgido a Blesa, presidente de Caja Madrid, a que invirtiera 54 millones de euros en compras de obras de un artista reconocido, olvidando que quizás lo más importante, sobre todo en aquellos días, era la Obra Social de las Cajas, a la vista de la negativa del presidente de la caja de aceptar la orden de su mentor, resultó que el hijo de Aznar y de Botella, alcaldesa de Madrid, se dirigía por escrito a Blesa afeándole su conducta en términos en cualquier caso inaceptables. Ante todo calificaba su negativa de impresentable. A continuación le recordaba lo que su padre había hecho por él. Se supone que, entre otras cosas, consiguiendo su nombramiento como presidente de la entidad financiera.


-¿Tu crees que es posible que un chico de treinta años se dirija a Blesa de semejante manera?


Tenía razón. La forma a veces contiene importantes elementos de fondo. Los rituales son por ello fuente de información cuasi oculta a los ojos del vulgo. Si el hijo de Aznar trataba de ese modo a Blesa, es que en su casa había aprendido el concepto patrimonial del poder. Las Cajas de Ahorro eran propiedad de los políticos de turno y precisamente por ello podían disponer de sus dineros a voluntad. El hecho de que Blesa respondiera de Caja Madrid no era su cortijo, solo indicaba que a su juicio era el cortijo de otro, posiblemente el que le urgía a comprar obras de arte. Entiendo que se chico quiera irse de esta España incomprensible.

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