Opinión

UN ZAPATERO NO SOLO TIENE ZAPATOS

La inteligencia tiene que ir unida a un mínimo sentido del humor, porque de otra manera la vida se nos presentaría en algunas ocasiones con tales dosis de tristeza que costaría transitar por ella. Claro que el verdadero humor reclama precisamente de eso: inteligencia, y acaba por descubrir cuestiones que merecen ser pensadas. Traigo esto a colación de una anécdota que me gustó mucho de Cioran, el rumano del que he hablado en mas de una ocasión, y lo seguiré haciendo porque muchas de sus conclusiones merecen ser rumiadas. Cuenta en sus 'Conversaciones' que al poco de publicar su libro Diario de Podredumbre -cuya lectura recomiendo, por cierto- cinco intelectuales a los que no conocía le citaron para tener un encuentro con él. El hombre, raro en algunos gestos como todos los humanos que merecen la pena, accedió. Y aquí viene lo bueno: cuenta que ellos, los intelectuales, lógicamente esperaban que les hablara de su libro -como diría Umbral- porque sus conclusiones ácidas, rotundas, demoledoras, merecen cuando menos un debate profundo entre profesionales de esos prados. Pues no, el rumano se dedicó, según su propia confesión, durante las tres horas del encuentro y ante la atónita, casi descompuesta actitud de los intelectuales poseídos de sí mismos, a razonar lo despreciables que le resultaban los alemanes porque ¡no usaban bidé! Así, como suena. Los tres hombres, además de no entender nada, ni siquiera supieron cuestionar por qué no usar bidé no equivale a ser un humano despreciable. En fin, cosas de un genio, sin la menor duda.


Pero la sorpresa no nacía solo de que el autor no deseara comentar su obra sino de algo mas sutil quizás: y es que un filosofo de su nivel consumiera su tiempo en un asunto escatológico reservado -segun su modo de pensar- a estratos inferiores de la sociedad. Y es que vivimos en un modelo cultural fragmentario. Quiero decir que la fragmentación propia del intelecto humano asigna roles con tendencia a ser rígidos, moldes en los que el sujeto en cuestión debe permanecer sin osar traspasar su límites. En alguna ocasión, quizás en muchas, en la red social twitter me dedico a plantear cuestiones mas propias del mundo de la filosofía que de los mas prosaicos de la política o las finanzas. Y curiosamente a algunos les llama la atención. Porque se supone que un ex banquero, sobre todo si encima es expresidiario, no debe tener conocimientos de esas materias y mucho menos inquietudes de semejante porte. Su mundo debe ser el del dinero y el poder y lo demás le debe resultar totalmente ajeno. Así es. Tienen razón. En mi experiencia en el mundo financiero comprobé que los roles exclusivos funcionan y los que triunfan en esa lides son aquellos que reducen su vivir a su laborar en pro de una cuenta de resultados. Lo demás no es que les importe poco, es que les resulta ajeno de toda complitud.


Y ese es uno de los verdaderos problemas de esta civilización en decadencia: los roles rígidos como si el hombre fuera fragmentable. No es que sea ridículo que un banquero o un ingeniero de caminos deben limitarse a ganar dinero o diseñar puentes, sin que en ellos quepa la poesía, la literatura, la mística o simplemente el deseo de buscar en el mas allá de las apariencias la razón profunda de las cosas. No es que sea ridículo -decía- es que resulta brutalmente peligroso. Al final un banquero maneja activos humanos, personas, individuos, y esos individuos tienen familias, y esas familias conforman convivencia, sociedad. Por tanto, alguien que tiene a su cargo un número ingente de vidas humanas debe tener una visión que vaya mas allá, bastante mas allá de una mera cuenta de resultados. No trato ahora de uno de mis asuntos favoritos: de lo que llamo la función social del crédito. No. Me refiero a la formación de los dirigentes en el mundo actual. Hemos fabricado máquinas especializadas en objetivos concretos y encima los alabamos. Si un banco mantiene condiciones de vida inaceptables para sus gentes, o les somete a un rigor que va mas allá de lo razonable, pero con ello obtiene una rentabilidad sobre recursos propios magnifica, la sociedad aplaudirá y dirá que es un magnifico gestor y le concederán medallas y honores.


Pero, ¿y la sociedad? Si la cuenta de resultados se consigue a base de crear tensión social nos estamos equivocando de objetivo. Conviene saber que la eficiencia técnica es solo un instrumento al servicio de la eficiencia social. No se trata de tener unidades empresariales, financieras o no, que sean altamente eficientes y sociedades ineficientes en lo humano. Vuelvo a repetir que la idea clave es la convivencia. Un Ateneo, por ejemplo, no es eficiente económicamente, pero lo es socialmente en cuanto contribuye a la convivencia, al intercambio a la relación humana. Si equivocamos el objetivo generamos un problema medio o corto plazo. Bueno, en realidad los excesos del capitalismo financiero los estamos pagando ya y algunos siguen sin querer enterarse.


Los dirigentes del presente y no digamos del futuro deberían reciclarse de modo constante, pero no en cash flow, técnicas de management, marketing y cosas así. Eso es mas fácil. Deberían reciclarse y conocer humanidades, porque de la Humanidad hablamos. O deberíamos.

Te puede interesar