Opinión

El paro europeo de Mariano Rajoy

No hubo sorpresa cuando se conoció el nombre del cabeza de lista, pero sí cuando se supo que Esteban González Pons sería el número dos del PP al Parlamento Europeo. No hubo sorpresa respecto a Cañete porque en la dirección del partido se hablaba con naturalidad de su candidatura, aunque el ministro insistía, y lo sigue haciendo, que nadie le había confirmado oficialmente que encabezaría la lista.
No lo hicieron hasta esta misma semana, cuando Cospedal se lo comunicó el miércoles y, a continuación, convocó a los periodistas para anunciarlo en rueda de prensa.  Cuando un día y otro aseguraba Miguel Arias Cañete que no sabía nada no mentía: insinuaciones las había tenido todas, incluida la del presidente del gobierno –no en vano Arias es miembro del grupo “marianista” o G5, como se llaman a los cinco ministros con muy estrecha relación personal con Mariano Rajoy desde antes de formar parte del Gobierno, Ana Pastor, Jorge Fernández, José Manuel Soria, José Manuel García Margallo y Arias Cañete- pero nada de forma oficial.
La idea de ser comisario europeo le gustaba al titular de Agricultura. Le gustaba mucho. Ha sido eurodiputado durante años, conoce como pocos las instituciones europeas, se siente cómodo en los despachos de los edificios de la Comisión y el Parlamento Europeo, es amigo personal de muchos de los funcionarios más influyentes de Bruselas así como de ministros y altos cargos de diferentes países y le apasiona la política europea. Sin embargo  era un secreto a voces que prefería mantenerse al frente del ministerio de Agricultura hasta el mes de octubre, cuando se designan los miembros de la Comisión Europea y se hacen públicos los nombres de los nuevos comisarios, uno por cada país.
 No es necesario que los comisarios sean también europarlamentarios, pero Merkel insistía en que así fuera y por tanto Arias tendría que dejar el ministerio antes del día 28 de abril, fecha en que se proclaman las candidaturas –la fecha última de presentación es el 21- pero en la reciente cumbre del Partido Popular Europeo en Dublín, en la que se eligió al candidato del PPE para presidir la futura Comisión Europea,  cambiaron las cosas porque Junker no va a ser eurodiputado y Merkel dejó de presionar en ese sentido. Por eso, hasta el último momento, Arias Cañete no estuvo seguro de que fuera a ser cabeza de lista, podía ser otro y él permanecer en el gobierno hasta octubre.

TRAVESIA EN EL DESIERTO
Es la razón de que saltara a la palestra el nombre de Esteban González Pons, para el caso de que no fuera Arias el cabeza de lista.
El que fue portavoz del PP durante los últimos años de oposición, que aspiraba a formar parte del primer gobierno de Rajoy y que al no serlo pensaba que tendría un puesto relevante en la ejecutiva, vio cómo en el congreso de Sevilla también se venían abajo sus proyectos porque ni siquiera se le confirmaba como portavoz, y se le dejaba en una vicesecretaria, la de Formación, de escaso protagonismo político.
No se vino abajo ni se resignó a lamerse las heridas a la espera de mejores tiempos, sino que se “reinventó”. Dio más proyección a Formación y, al entrar en contacto con partidos afines de otros países para conocer sus programas, sin proyectarlo se encontró con responsabilidades en relaciones internacionales del partido y con una mejora sensible de sus relaciones con Cospedal que, al principio, daba la impresión de que no tenía excesivo afecto por el que oficialmente era el número tres del partido. Cuando empezaron las especulaciones sobre quienes querían formar parte de esa lista, surgieron multitud de nombres aparte de Arias Cañete –Arenas, Margallo, Mato, Iñigo Méndez Vigo, Mari Mar Blanco- pero no el de Pons. Cuando los propios ministros y Arenas se autodescartaron de lo que nunca había sido más que un rumor, surgió entonces el nombre de González Pons. Y, aunque no lo había pensado hasta entonces, le gustó la idea pero no se movió, o no se movió excesivamente, por varias razones.
Una vez que se hizo público que Miguel Arias Cañete sería el número uno de la lista y que por tanto el dos se quedaría al frente del grupo parlamentario del PP en Europa cuando accediera a la Comisión,  nadie le indicó que Rajoy estuviera pensando en él. Pero era una salida muy buena y muy sólida para él, pues tendría un peso añadido en la dirección del partido.
La tarde del jueves la pasó pendiente del móvil, nervioso, mientras se desarrollaba en la sede de Génova la reunión del Comité Electoral presidido por Alicia Sánchez Camacho. Cuando le llamó María Dolores de Cospedal para informarle de su elección para el número dos no ocultó su entusiasmo, González Pons no es de los políticos que disimulan sus sentimientos ni su estado de ánimo. Después fue el propio Mariano Rajoy el que le llamó para felicitarle, y el vicesecretario de Formación se sintió verdaderamente emocionado.

LAS VÍCTIMAS DE ETA
El PP logró en las últimas elecciones 24 escaños en el Parlamento Europeo, pero las encuestas más optimistas no le dan más de 18.
Rajoy, lo explicaban los que hablaban con él, pretendía mantener a la mayoría de los eurodiputados, pero también quería incluir a alguno más, por tanto había que hacer encaje de bolillos para reconocer así el buen trabajo que el equipo actual ha hecho en Bruselas y Estrasburgo.
Había tres descartes: Vidal Quadras que principios de legislatura fue muy crítico con Rajoy y mostraba desafecto por el PP; más Jaime Mayor Oreja y Carmen Fraga, que por distintas razones decidieron no continuar como eurodiputados. Y se descartaba también la continuidad de Cristina Gutiérrez, porque desde hacía al menos dos años el presidente murciano Ramón Luis  Valcárcel había pedido a Rajoy dejar el gobierno y trabajar en el Parlamento Europeo, y por tanto la cuota murciana quedaba ya cubierta.
Varias asociaciones de víctimas, además de estar enfrentadas entre sí, acusan al PP de mantener una política de tibieza respecto a ETA y Bildu, y se sienten cargadas de razón  fundamentalmente por el caso Bolinaga. El nacimiento de VOX se presentó como la aparición en escena de un partido sensible hacia las víctimas, con Ortega Lara y Ana Velasco entre sus promotores, y por otra parte Maite Pagazaurtundúa fue “fichada” por Rosa Díez para acompañar a Sosa Wagner como número dos de la lista de UPyD, y se especuló con que también Angeles Pedraza formaría parte de esa misma lista, aunque finalmente no se concretó.
Con Mari Mar Blanco en la lista del PP pensaban algunos que en cierto sentido se contrarrestaba a los partidos que presumiblemente van a lograr votos de quienes dan credibilidad a los que acusan a Rajoy de no ser contundente con los restos de ETA.
En definitiva, las indicaciones que  trasladó Cospedal a Sánchez Camacho, indicaciones que evidentemente había tratado la secretaria general con el presidente,  fueron  las que los dos tenían claras desde el principio, y que mantuvieron a pesar de rumores y especulaciones que hacían pensar que habría grandes sorpresas: Arias Cañete como cabeza de lista y seguro comisario europeo, González Pons para el número dos y futuro presidente del grupo parlamentario, y un tercer nuevo candidato, Ramón Luis Valcárcel. Y se dejó fuera a descontentos con sus responsabilidades actuales, o a los que no teniendo ninguna querían ver si las lograban a través de un puesto en el Parlamento Europeo.

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