Opinión

RUBALCABA, ENREDADO CON LA CONFERENCIA

No dice una palabra. Hasta hace pocas semanas Alfredo Pérez Rubalcaba declaraba en público que tenía un compromiso con el partido desde el congreso de Sevilla y se mantendría en la secretaría general hasta el final de su mandato y, en privado, daba a entender con más o menos claridad que su intención era optar a la reelección. Pero ahora no dice una palabra aunque en su entorno tienen la sensación, solo la sensación porque no ha hecho ninguna manifestación en ese sentido, de que lo único que quiere es acabar cuanto antes sus responsabilidades actuales como líder del PSOE. Y que si no lo anuncia es porque si lo hiciera se convertiría en una figura decorativa al que nadie en el partido haría el menor caso ni prestaría la menor atención.


En un ambiente absolutamente enrarecido por las tensiones internas, celebra este fin de semana la Conferencia en la que había puesto tantas esperanzas que encargó la coordinación del trabajo a una persona en la que confía plenamente, Ramón Jáuregui, uno de los más sólidos políticos socialistas. De esa Conferencia debería salir un PSOE más potenciado, y un programa electoral en el que se definirían cuestiones básicas como la política fiscal, la reforma constitucional, una posible reforma de la ley electoral y las políticas sociales que defiende el partido. Sin embargo se encuentra Rubalcaba con que lo que se lleva los titulares desde hace semanas es todo lo relacionado con las primarias y con la posición que defiende el PSOE frente a las maniobras independentistas que se viven en Cataluña.


El argumentario que redacta el PSOE para sus cuadros y para los periodistas que siguen la actualidad, insiste en que se trata de una Conferencia y no de un congreso, que los asuntos relacionados con las primarias se tratarán en la ponencia correspondiente pero solo en su aspecto instrumental, cómo aplicarlas, y de ninguna manera se fijarán los plazos de su celebración, y se argumenta también desde la dirección del partido que la Conferencia no tiene por qué entrar en la cuestión catalana porque todo lo relacionado con la estructura territorial y autonómica del Estado se debatió ya en el encuentro mantenido en Granada por los presidentes regionales del partido.


Sin embargo, la presión que sufren Rubalcaba y su equipo ante las manifestaciones de distintos dirigentes del partido que no ocultan su preocupación por la falta de impulso del PSOE con Rubalcaba como secretario general, más la exigencia de un porcentaje alto de militantes y mandos locales y regionales para que se fije en la Conferencia la fecha de primarias, más los pasos adelante de aspirantes o medio aspirantes a la secretaria general como Chacón, García Page, Patxi López o Madina, más las declaraciones de González calificando a Rubalcaba como el mejor político de España pero con déficit de liderazgo, ha provocado finalmente que Rubalcaba haya tirado la toalla en lo que se refiere a las primarias y, dos días antes del inicio de la Conferencia, la vicesecretaria general Elena Valenciano ha anunciado que sí se abre ese debate en el plenario, no solo en los pasillos. Daba la batalla por perdida.


Valenciano, la número dos del PSOE, no es ni de lejos la persona que necesita Rubalcaba en estos momentos. De hecho no es la número dos que necesita un secretario general del partido, alguien que conoce a fondo el funcionamiento interno, que sabe qué ocurre en cada provincia y en cada ciudad en cada momento, y que tiene capacidad para mover las teclas necesarias para que se aprueben determinadas decisiones o se detengan las que pueden perjudicar al secretario general. El papel que hizo Alfonso Guerra con Felipe González cuando eran un equipo, o José Blanco con Rodríguez Zapatero, o el propio Blanco con Rubalcaba en Sevilla. Cualquiera que estuviera al tanto de la trastienda de aquel congreso que se inició con Chacón como probable ganadora y finalizó con Rubalcaba como ganador por apenas una veintena de votos de diferencia, sabe que era Blanco quien recolectaba votos para Rubalcaba y, horas antes de que se iniciara la votación, advertía sin equivocarse cuál iba a ser el resultado final. Hoy Blanco continúa fiel a Rubalcaba, pero está muy alejado del área del poder del partido y estudia inglés intensamente. Es fácil deducir que aspira a formar parte de la lista al Parlamento Europeo, y desde luego méritos ha hecho para formar parte de ella.


Ese personaje clave para ganar un congreso o para salir con bien de una Conferencia como la que se celebra este fin de semana, le falta a Rubalcaba.


Los trabajos -cuatro ponencias y varios foros- se desarrollan además en un escenario político muy enredado. El PP sigue teniendo más intención de voto que el PSOE a pesar de la dureza de las medidas de ajuste del gobierno, pero los españoles confían más en la derecha que en la izquierda cuando es necesario enderezar la economía. A pesar de que sigue en cabeza en intención de voto al PP se le han puesto las cosas regular en Madrid, Valencia, Andalucía y Cataluña, y el PSOE podría hacerse con los gobiernos de Madrid y Valencia a poco bien que trabaje de aquí a las elecciones autonómicas del 2015 y encuentre candidatos solventes. Pero, ahora mismo, ni gusta la forma de hacer oposición del partido socialista, ni gusta su falta de decisión para imponer al PSC una postura claramente antiindependentista en Cataluña, ni gusta que la respuesta al independentismo sea una propuesta de reforma de la Constitución basada en una estructura federalista para España. La prueba de que no gusta es que el CIS le ha dado un buen varapalo en su último barómetro.


Por otra parte se incrementa el voto de Izquierda Unida con los desencantados del Psoe que se sienten de izquierdas, y se hacen hueco dos partidos que aspiran a ser bisagra en las próximas elecciones, Ciutadans y UPyD, captando votos los dos tanto del Partido Popular como del PSOE. CiU no ha acertado con su apuesta independentista y además de sobrevolar sobre ella la posible ruptura con Unió, ha provocado un auge de Esquerra Republicana de Catalunya como nunca había vivido este partido. Los nacionalistas andan como siempre, a vueltas con el independentismo y el autogobierno, pactando con 'Madrid' cuando les interesa y con un voto muy leal que difícilmente les abandona.


Con ese panorama tan incierto en el centro, que es donde PSOE y PP se juegan los gobiernos, es aún más incomprensible que Rubalcaba no enarbole alguna bandera que le permita transmitir a sus seguidores, a sus militantes, que el triunfo es posible. Para eso propuso la organización de una Conferencia, para dar impulso a un partido que desfallece. Quizá lo logre, pero el debate sobre primarias y sobre el perfil del que debe ser próximo secretario general -o secretaria general- desvirtúa lo que Alfredo Pérez Rubalcaba había preparado con tanto empeño.

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