Opinión

Unida y fuerte

Una España fuerte y unida. Las palabras de Obama marcan el viaje de los Reyes a Estados Unidos, pero el sentido y las consecuencias de esa visita oficial va más allá de lo dicho Obama:  es la constatación de  que la Corona española tiene una presencia no menor en el mundo, y que esa presencia repercute de forma relevante en el papel que juega o puede jugar España fuera de las fronteras.

A través de su encuentro con Obama en el Despacho Oval, no en Nueva York en el ámbito de la Asamblea General de la ONU como el año pasado, el Rey Felipe  da continuidad al camino emprendido por su padre, que en sus cuarenta años de reinado  echó cables a los sucesivos gobiernos gracias a las excelentes relaciones personales que mantenía con los jefes de Estado más influyentes del mundo, reyes y presidentes que confiaban en el Rey Juan Carlos porque se había ganado el respeto de todos ellos por la forma en que había capitaneado la Transición primero y el proceso constitucional después. Proceso que cortó las alas al papel que hasta entonces había jugado D. Juan Carlos en la política interna española, porque un rey constitucional no tiene competencias de gobierno. Pero no le impedía en cambio cooperar con los gobernantes, a través de gestiones privadas, en asuntos internacionales. Como ocurrió también en algunos casos en el ámbito exclusivamente español, aunque con la cautela propia para que nadie pudiera criticar al Rey por presuntas interferencias.

El Rey Felipe continúa esa senda. Y hace bien. Por la propia institución, la Monarquía, y por el bien de España. Representa una Monarquía nueva, renovada en sus formas aunque inamovible en sus principios. Y esa proyección de Monarquía renovada, adaptada a los nuevos tiempos, Los Reyes no solo deben transmitirla a la sociedad española, sino al escenario internacional del que España forma parte.

La Corona no ha atravesado momentos fáciles en los últimos años. Los errores cometidos por el D. Juan Carlos, y sobre todo los más que errores cometidos por su yerno Urdangarín, apoyado por una Infanta Cristina que no quiso tomar decisiones que un miembro de la Familia Real debería haber tomado, hecho mella en la imagen de la Monarquía. D. Juan Carlos tomó la responsable y generosa decisión de abdicar en su hijo Felipe para que se iniciara una nueva etapa, en la que afortunadamente se está recuperando el terreno perdido. Pero fuera de nuestras fronteras también es necesario que se dé a conocer el Rey Felipe, que se sepa cómo asume la Jefatura del Estado y cuál es su percepción de los problemas de dentro y fuera de España.

Denlo por seguro: el Rey ha hablado en profundidad con Obama de todo lo que importa, incluido el problema independentista catalán. Pero, por prudencia, Obama solo se refirió a la necesidad de una España “fuerte y unida”. D. Felipe ya lo había dicho hasta la saciedad.

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