Opinión

La vieja guardia

El fin de semana, además de la conversación telefónica con Pablo Iglesias, Pedro Sánchez mantuvo una reunión con Alfredo Pérez Rubalcaba y otra con José Enrique Serrano.

La trayectoria de Rubalcaba y su papel en el PSOE es sobradamente conocida. Menos en cambio la de José Enrique Serrano, que sin embargo es una de las personas más importantes del partido. Tuvo un papel clave con Felipe González en Moncloa, donde aprendió todo sobre cómo se manejan los hilos del gobierno, y fue secretario general de la Presidencia con Zapatero, con quien las tuvo tiesas en varias ocasiones por discrepancias serias. Zapatero no prescindió de él entre otras razones porque era el elemento más sólido de su gabinete en Moncloa. También Sánchez contó con él para algún asunto -poco, a Sánchez no le tientan las personas con experiencia, le gusta imponer su criterio- pero sí fue mediador con el gobierno de Rajoy en asuntos delicados, como por ejemplo el pacto antiyihadista.

Que Serrano haya sido llamados por Pedro Sánchez demuestra que le importa, al fin, la opinión de la vieja guardia. El contacto con Rubalcaba era ya frecuente, aunque la posición de Rubalcaba y Sánchez estaban en las antípodas respecto a cómo llevar el partido y, lo más grave, los acuerdos de gobierno una vez celebradas las elecciones.

Desde el 20 de diciembre, cuando Rajoy ganó por la mínima –lo que hizo olvidar a Sánchez que él había tenido aún peor resultado- las declaraciones de Sánchez en las que marcaba distancias con los pesos pesados del partido han sido frecuentes. Hasta que finalmente ha comprendido que se trataba efectivamente de pesos pesados y ante la dificultad extrema en la que se encuentra, no ha tenido más salida que escucharles.

Lo que no ha comprendido todavía es que además de escucharles, no tiene las manos libres para hacer gobernar con Podemos sea cual sea el precio a pagar –aunque Luena dice ahora que no a cualquier precio- , sino que dirige un partido en el los estatutos recogen que Sánchez no podrá pactar al margen del comité federal. Y en el comité federal los hombres y mujeres más válidos del PSOE, los de mejor trayectoria, marcan el paso. Tienen capacidad para echar atrás los pactos a los que pueda llegar Sánchez y tienen capacidad también para convocar un congreso en la fecha que consideren oportuna –y además toca hacerlo ya- y dejar fuera de juego al secretario general que habla como si fuera dueño y señor del PSOE.

En el círculo más íntimo de Sánchez se refieren con cierta condescendencia a Felipe González cuando se les mencionan sus declaraciones sobre Venezuela y Podemos. Deberían andarse con ojo: ante la debilidad manifiesta de los que hoy dirigen el PSOE, los “históricos” cuentan más que nunca. Entre otras razones, porque se han ganado a pulso el respeto de gran parte de la militancia … y de los actuales barones.

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