Opinión

Mendigos

Ya lo inventó Jesús Gil cuando era alcalde de Marbella, cogía a las prostitutas y a los mendigos de la calle, los metía en un avión y los mandaba a otra ciudad con unas pesetas en los bolsillos, preferentemente destinos insulares para impedir el regreso a la Costa del Sol. Ahora se hace en Hawaii, destino turístico donde los haya, oscuro objeto de deseo de millones de estadounidenses que quieren disfrutar de sus playas y paisajes idílicos. Con una diferencia: la medida se aplica solo a los mendigos, no a las prostitutas, y el “viaje” es voluntario aunque se dan facilidades: las autoridades pagan el billete de ida, que no de vuelta. Algunos responsables políticos prefieren deshacerse de los problemas en lugar de solucionarlos.

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