A los políticos les toca ponerse el picardías. Es tiempo de seducción electoral. Y seducir es más que un arte o una estrategia, es una habilidad. El gran seductor mundial, y con carisma probado, tiene nombre: Obama. Y vaya con Barack, eso sí es embelesar. Un Obama es lo que haría falta en esta campaña electoral, que promete más de lo mismo, repite moldes, poses y discursos. Obamas para romper la apatía y desidia colectiva que navega sin cantos de esperanza, entre la resignación y la manida crisis. Ahí está Verín, con el lamento perenne de la parálisis, no se sabe si tratando de flotar o dejándose ahogar. La pasión de un pueblo se mide por su capacidad de reacción y la de la clase política por su habilidad para encandilar.
Y no sé yo si serán encandilados los verinenses con la eurociudad (a punto de recibir fondos millonarios), el nuevo parque empresarial de Tamagos (a punto de ser construido) o la dotación de nuevos servicios públicos. En los ojos de los ciudadanos brilla una chispa de escepticismo, que también han autoalimentado, y los políticos van a tener que seducir mucho para hacerla desaparecer...
