Opinión

ANAMATO

Anamato debería escribirse así, como lo he puesto en el título, todo junto. Como si fuera un nombre japonés. No sé si lo he dicho alguna vez en esta columna, no lo recuerdo, pero en cierta ocasión alguien me preguntó con sorna: ¿Por qué 'todo junto' se escribe separado y 'separado' todo junto? A lo que no encontré respuesta.


La flamante ministra de Sanidad en cambio tiene respuestas para todo. No seré yo, que me pongo muy nervioso hablando en público, quien critique a una persona que se confunde o despista un poco haciéndolo. Pero es que a mí no me ha hecho ministro un amigo. No tengo esos amigos. Recientemente nuestra ministra nipona Anamato ha protagonizado una rueda de prensa en la Ser en la que en minuto y medio le dio tiempo a decir tantas tonterías por segundo que debería juntarse con Wert y formar un dúo ministerial cómico. Que se quiten de enmedio Tip y Coll o Martes y Trece. Estos dos batirían ellos solitos los records de audiencia de todas las cadenas.


Les cuento algunas sin entrar mucho en detalle. Recuerden que la ministra llevó a cabo esta proeza retórica, que en el futuro se estudiará en las facultades, en solo minuto y medio.


'Hemos universalizado la sanidad para todos los españoles' (a continuación Anamato explicó que aunque creíamos que ya era así, no era así). 'Hemos incorporado un artículo al derecho español que ya estaba incorporado' (asombroso). Otras muy buenas fueron 'prestaciones teroperapéuticas' o 'poner en valor lo que tiene mucho valor porque no hay cosa que tenga más valor que una medicina que cura enfermedades'. Más adelante profundizó en una anterior 'hemos adoptado una medida que ya estaba adoptada'. 'Parados sin prestación parlamentaria' fue otra (esta estuvo bien, es brillante, deberían ponerla en práctica ya). Después la ministra se trabó en 'sin presta, sin presta, sin presta (y a la cuarta tuvieron que soplarle la complicada e impronunciable expresión española sin prestación por desempleo). Más: 'No es lo mismo una persona que no está enferma en su consumo de medicamentos que una persona que está enferma' (eso sí, Anamato se explesa mal pelo lazona bien). Y lo mejor de todo, el final un tanto abrupto y apresurado: 'Pues yo ya me voy a callar'.


La verdad es que yo me casaría con la ministra sin pensármelo dos veces. Para compartir tu vida es mucho mejor elegir una persona divertida, que te haga reír todos los días. Claro que el humor de la ministra, si te lo tomas en serio de verdad, puede acabar anegándote en un mar de lágrimas para siempre. Es lo malo de tantos matrimonios, que empiezan con risas y acaban como acaban...


En mi opinión Anamato, que no sé si aún conservará aquel famoso Suzuki, podría dar las ruedas de prensa con toda tranquilidad en su lengua materna, el japonés, ya que todos los españoles exceptuando quizá a Sánchez Dragó, la entenderíamos igual.


Sayonara.

Te puede interesar