Opinión

¡Bang, Bang!

Hace poco en una comida de amigos a los postres recordamos a Mina la cantante, una de las grandes voces de la música moderna de todos los tiempos. Al menos así la consideraban desde Sarah Vaughan hasta Louis Amstrong que la calificó como "la mejor voz blanca del planeta".

Y recordamos especialmente "¡Bang, bang!", porque uno de los comensales puso su smartphone en el centro de la mesa con una actuación de Mina de 1967 con ese tema, para que la viéramos todos. Mina borda la canción como solo ella sabía hacerlo. Casi recitando esa letra preciosa sobre dos enamorados que se conocen desde pequeños: "Me acuerdo de cuando éramos dos niños y nos apuntábamos con las pistolas de los caballitos balancines ¡Bang, bang! Yo te disparo a ti ¡Bang, bang! Tú me disparas a mi ¡Bang, bang! Ganará ¡Bang, bang!... quien dé en el corazón."

El video me recordó una anécdota que viví con mi ex en Madrid hace años y que ilustra, con cierta ironía creo, en qué están convirtiendo nuestra cultura los mass-media.

Estábamos en una tienda de moda en la calle Serrano cuando en la música del local empezó a sonar Mina: "Parole, parole". Al principio no reconocimos la canción y nos preguntamos en voz alta ¿qué es esto? Una dependienta jovencita que estaba a nuestro lado, intervino con la sana intención de ilustrarnos:

–Es el anuncio de "Pastalia" de la tele-afirmó con convicción.

Pastalia es una marca de pastas italianas con sede en Barcelona que en aquellos años, los noventa, había hecho una fuerte campaña publicitaria en televisión. Una campaña cuya música era la canción de Mina. Solo que en lugar de "Parole, parole, parole" decía "Pastalia, pastalia, pastalia".

A esas alturas mi ex y yo ya habíamos descubierto que la canción era la de Mina pero al mismo tiempo, a tiempo de oírlo todo, llegó el jefe de la chavala y encargado de la tienda. Un chico de unos treinta y pocos como nosotros, muy modernito él. Dirigió una mirada flamígera a su empleada.

–¿Pastalia? –le espetó furioso–. ¡Ignorante! No tienes ni idea. ¡Es Mina!

Dijo "es Mina" como si dijera "es Zeus todopoderoso".

La pobre muchacha se fue compungida, supongo que a averiguar quién era Mina. Como aún no había internet le iba a costar. Mi chica y yo nos sentimos algo azorados, como si la bronca que le había caído o le iba a caer a aquella chavala fuese culpa nuestra. El encargado se dirigió a nosotros aun indignado, pero con su mejor sonrisa.

–¡Pastalia! Alucina –se quejó–. ¡Hay que ver lo que tengo que aguantar!

Nosotros le sonreímos cortésmente. Mina seguía sonando en el aire. Era "Parole, parole", pero a mi empezó a parecerme el final de "Bang, bang": "Seguro que no bromeabas cuando me disparabas al corazón. Ya no quieres estar conmigo ¡Bang, bang! Y me pongo a llorar ¡Bang, bang! Has ganado tú ¡Bang, bang! Ahora ya no tengo corazón".

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