Opinión

Eres de Ourense

Supongo que les pasa a casi todos los de la misma generación; o al menos a los que tienen en común el haber coincidido en sus años de adolescencia y juventud en la misma pequeña ciudad, acudiendo a los mismas plazas o parques, disfrutando de los mismos típicos rincones. Aún sin conocernos muchos de nosotros, los que ahora tenemos entre cuarenta y cincuenta y pico años (discúlpenme los excluidos por arriba y por abajo), seríamos capaces de recordar los mismos sitios de esta preciosa ciudad que jalonaron las vivencias de esos increíbles años; lugares a los que acudíamos, sí, pero también  - cómo no - personajes callejeros inolvidables, cuyos nombres y rostros están aún presentes en la memoria, pese a que a muchos de ellos la buena o la mala vida (según se mire), se los llevó por delante tiempo atrás. En contadas ocasiones suele aparecer esta suerte de revival cuando toca reunión de amigos de toda la vida. Mas esa conversación nos provoca el placer efímero de su propia caducidad, y después ya no queda más recuerdo; no hay (no había) ese álbum recopilatorio, ese coleccionista de imágenes, ese reportero del pasado que a fuerza de refrescar esos años setenta y ochenta en esta ciudad, los hiciese para siempre eternos.
Pero hace poco, navegando por la red social facebook, me encontré con un grupo sorprendente cuyo éxito fue inmediato; a cada minuto que pasaba se le iban añadiendo miembros, y cuando escribo estas líneas compruebo que ya pasan de los 4.500. “Tú no eres de Ourense si...”, así se llama el grupo. Solo se le puede tachar de genial. La idea es sencilla: se trata de completar esa frase con recuerdos de sitios, lugares o vivencias de las que solo los de Ourense podemos presumir; el creador de este grupo, al que felicito desde estas líneas, ha sabido juntar en él a todos los que nos hemos visto transportados, siquiera sea por unos instantes, a aquellos años tan llenos de vida, tan difíciles de olvidar. Como si de un muro de los deseos se tratase, o como si cada uno de nosotros estuviese atravesando un puente lleno de candados que simbolizan secretos anhelos, hemos ido escribiendo en este grupo aquello que entendíamos nos distinguía como nacidos en esta ciudad. Y es así que uno no sabe qué le produce más placer, si pararse a recordar esos lugares para compartir las propias vivencias en el grupo creado, o leer lo que otras personas publican, pues esto último de repente te llena la memoria de experiencias que creías olvidadas, y que solo la morriña de otros te ha permitido recuperar. Sin embargo, más que escribir de él en esta columna, lo mejor es que cada uno, si se ha sentido picado por la curiosidad, asome la cabeza en él y se haga miembro si le place. Baste decir ahora que por ese grupo han asomado lugares como La Ibense, el Hot-Hut de la calle Bedoya,  la discoteca Nitons, el Bar Dos Puertas, la discoteca El Cumial, el bar de la Lucita en Moreiras, la tienda de ultramarinos Campos, la heladería El Cortijo, la pastelería Ramos, y tantos más; en ese grupo se ha hablado de los pandilleros adictos a las reyertas juveniles (la sesenta, bichita, y al frente de ellas sus históricos “dirigentes”); ahí se han colgado fotos de casas que ya no están, de conventos que ya no lo son, o de zapaterías y pequeños comercios engullidos al final por los tiempos modernos. Ahí, en fin, muchos hemos ido poniendo un cachito de nuestras años mozos para a cambio recuperar imágenes y sensaciones que creíamos olvidadas, aunque eso, al final, nos demuestre que el tiempo no pasa en balde para nadie. Y sobre todo hemos asomado la cabeza por ese grupo para rendir nuestro pequeño homenaje a esta maravillosa ciudad.

Y es que, de verdad, no hay nada como ser de Ourense.

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