Opinión

El curso para recuperar puntos

Quince hombres y ninguna mujer, contó el responsable de impartir el curso de recuperación de puntos del permiso de conducir. A cambio de asistir siete horas durante dos tardes y 195 euros te devolvían cuatro. Casi todos pasaban de los cincuenta años y habían caído en controles de alcoholemia, excepto un rapaz al que el carné le duró exactamente un día porque es difícil llevar el ímpetu de un principiante a 80 kilómetros por hora.

Durante la media hora de descanso los veteranos se iban al bar para meterse un lingotazo. "Pero si estáis aquí por alcohol", les reprochaba sorprendido el joven. Habían visto una larga selección de accidentes estremecedores, pero las canas seguían pensando que una copa ni rasca en la garganta ni pita en el control.

Cuando llegó el turno de un monitor en silla de ruedas lo examinaron con la curiosidad del que cree que las faenas gordas siempre le suceden a otros. De todo lo que dijo, sólo preguntaron por el modelo y los kilómetros del coche accidentado. Al cumplir la pena, los recuperadores calentaron el motor en el bar antes de arrancar el coche para ir camino de ser sorprendidos con buena mala suerte en un nuevo control.

Sucedió hace cinco años. Con excepciones, la responsabilidad al volante continúa aumentando, sobre todo entre las nuevas generaciones de conductores. Los cuatro fallecidos en el accidente de Rois elevan a 93 la cifra de muertes en lo que va de año, sólo cinco menos que las vidas perdidas en todo el año pasado, y devuelven la carretera a la primera plana. Ayer mismo, una colisión frontal en Leiro se saldó con dos heridos graves.

El estado de las carreteras en invierno y la necesidad de estirar la duración de los neumáticos multiplican las posibilidades de riesgo. No se ven muchas posibilidades de que las estadísticas sean mejores que las del año pasado porque la situación económica influye tanto como las actitudes cafres.

"¿Por cierto, son mejores los coches de antes o los de ahora", preguntó el hombre que impartía el curso. "Los de antes", concluyeron los alumnos ya talluditos. "Efectivamente, el de antes siempre lo acababa disfrutando la viuda", explicó el monitor. Nadie reprochó el comentario. Eran todos hombres.

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