El panorama nacionalista gallego es muy gallego. Todos divididos como un concello sin concentración parcelaria y cada uno a su movida.
El BNG, una fuerza frentista que tuvo opciones reales de conquistar el electorado con un discurso galleguista de izquierdas, está dando muestras de haber perdido la brújula hace un tiempo, a pesar de los esfuerzos del profesor Xavier Vence. Anteayer iba con EH-Bildu, ERC y la CUP a las europeas, ayer me lo pensé mejor porque ERC no quiere saber nada y la CUP ya no se presenta y hoy anuncio que vuelvo a ir con EH-Bildu. Eso sí, en una rueda de prensa sin preguntas con Bieito Lobeira de protagonista. Sólo faltó el plasma que tanto le han criticado a Mariano Rajoy. Galeusca, que volvió a impulsar Anxo Quintana, aliándose con PNV y CiU, está definitivamente enterrado.
En Vimianzo, donde gobierna el BNG de la mano del alcalde Manuel Antelo, los más informados saben que en las listas de EH-Bildu hay gente que estuvo amenazada por ETA, pero a la mayor parte de la peña les chirría lo de Bildu porque recuerdan la época de plomo. Es sólo un ejemplo contrastado de manera rápida. Ana Miranda, la candidata del Bloque, se ha dejado el resuello para que se escuchase la voz de Galicia en las instituciones europeas y quizá le fuese más fácil apañar entre los 280.000 y 300.000 votos necesarios para un escaño concurriendo en solitario que compartiendo cama con un aliado de difícil explicación para gran parte del personal.
El ex portavoz del BNG, Xosé Manuel Beiras, abraza ahora el federalismo de la mano de IU y Anova aporta a la lista una persona de la que no se sospecha de su valía como Lidia Senra, la cabeza del Sindicato Labrego Galego. El nacionalismo gallego que tanto predicó Beiras queda en una nota al pie.
Y está Compromiso por Galicia. El partido de Xoán Bascuas, Rafa Cuiña, Xoán Antón Pérez-Lema y Xosé Manuel Pérez Bouza apenas consiguieron algo más de 15.000 votos en las pasadas elecciones autonómicas, pero siguen erre que erre y saldrán a la pista de baile con PNV, CiU y Coalición Canaria como pareja.
La suerte está echada, la ruleta gira y que cada uno haga sus apuestas. Esta vez no es difícil acertar. La batidora ya gira.
