Opinión

Somos una peña muy plural

Olvídense de las ideas, de las siglas y de cualquier gaita que le quieran vender estos días. Somos una peña muy plural cuando se trata de tocar el poder. Y no tiene remedio, a no ser que se cambie el sistema, pero el que llega o llegará se deja o dejará seducir nada más le expliquen las clavijas que mueven el juguete que reparte la pasta que pagamos todos.

Resulta que una persona que intentaba presentarse por un partido en una de las principales ciudades de Galicia tiene una hermana que va en las listas de otra gran urbe bajo las siglas de la fuerza política que representa exactamente lo contrario. Y su marido también intentó antes resguardarse bajo ese paraguas, aunque naufragó en la intentona. Pensarán que las cenas de Navidad de esa familia o no se habla de religión y de política o vuelan los platos, pero no sean ingenuos. El resultado de las elecciones daría igual. Todo queda en casa. De momento, siguen contando con una carta para llevarse la partida.

Una expresidenta de un colegio profesional anunció hace algo más de un año que ella veía su futuro en algo relacionado con la política. Sus compañeros creyeron que se inclinaba hacia una determinada ideología por los comentarios que vertía en las reuniones, pero cuando llegó el momento de decidir se decantó por el partido que predicaba lo contrario y antes criticaba abiertamente. Cuentan que no lo hizo tras una reflexión sosegada, sino que se alistó en la tropa que le ofreció un puesto de salida en la carrera electoral.

Es curioso. Te levantas agradeciendo a Podemos que intente cambiar el curso de los días; durante el desayuno te das cuenta de que el PSOE es la mejor opción porque siempre estuvo ahí y Pedrete es majete; con el pincho del mediodía te arrebata el sentimiento soberanista del BNG; durante la comida sientes que UPyD es la alternativa buena; en la merienda descubres que el empuje de Ciudadanos es imparable y después de la cena te das cuenta de que lo mejor es acostarse soñando con el PP y con que te cae una concejalía para pasar cuatro años a cubierto. Para que cuestionen la seriedad de los forofos del fútbol. 

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