Opinión

Un timo de libro

La Policía Nacional detuvo ayer a dos hermanos, hombre y mujer, en Santiago por perpetrar el conocido timo de la estampita. Resulta increíble que a estas alturas todavía haya peña que se deje engañar, pero en algunos casos la avaricia pesa más que la cordura. En Málaga consiguieron sisarle a la víctima 7.000 euros y en Santiago una señora picó con el engaño y les entregó 2.500 euros. Cuando este chófer de anécdotas terminó de escribir con Jesús Salgado el libro 'Amancio Ortega. De cero a Zara', decidió alistarse en una cuadrilla que se dedicaba a vender enciclopedias con la intención de despejar la cabeza.

Tras una semana de formación en la que te enseñaban todas las tretas posibles para que no te cerrasen la puerta en el careto y los comentarios que hay que propinar para agradar al pardillo al que le vas a colar una enciclopedia que ni le hace falta ni tampoco leerá en su vida, llegó el momento de pasar a la práctica. Tocó la zona de Noia. A los nuevos se les asignaba la compañía de un vendedor experimentado para que se fogueasen en el arte de la venta puerta a puerta. Ninguno de los tres compañeros que fueron cambiándose durante cinco días peinando hasta la parroquia más pequeña consiguió colar una enciclopedia. Los tipos se desesperaban y no conseguían comprender qué estaba fallando. Entre cada visita respasaban concienzudamente el manual para poner remedio a la sequía vendedora. El gancho para que picasen con los libros era el regalo de una lavadora, una aspiradora y otros electrodomésticos, pero las compradoras, casi todas eran mujeres, se echaban repentinamente atrás justo cuando estaban a punto de firmar el contrato.


Ninguno de estos tres avezados vendedores supo que mientras ellos blandían su mejor sonrisa, el compañero novato gesticulaba por detrás advirtiendo a las señoras que no se dejasen engañar. La sensación era agridulce. La satisfacción por haber evitado la piratada se diluía inmediatamente cuando veías al colega desquiciado porque vivir de la comisión es puñetero. La experiencia duró sólo una semana. Hay que tener mucho cuajo. En esta era tecnológica se presupone que el negocio de las enciclopedias está en retroceso, como el timo de la estampita. 

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