El comercio lleva años encadenando crisis. La falta de relevo generacional, la digitalización, la competencia de las grandes superficies, los cambios en los hábitos de los consumidores, la elevada presión fiscal, el alza de precios, la escasez de empleados cualificados o los costes laborales han convertido a los pequeños comerciantes -otrora los líderes de la economía ourensana- en una especie en extinción. Solo en los últimos 10 años se han perdido más de 1.200 negocios de pequeño comercio en la provincia y solo los extranjeros consiguen dar un hilo de esperanza para el futuro del sector. Y es que uno de cada diez comerciantes en la provincia ya tienen nacionalidad extranjera.
Según los últimos datos de la Seguridad Social, correspondientes al cierre del pasado mes de marzo, apenas quedan ya 3.000 pequeños comercios abiertos en la provincia (3.093), por lo que, por primera vez, Ourense está a punto de rebajar el umbral de los tres millares de unidades comerciales. Hace 10 años eran 4.248, lo que refleja una diferencia abismal y una sangría que parece no tener freno.
El contrapunto lo pone la población foránea. El 8,8% de los negocios comerciales ya están regentados por extranjeros. Son ya 278 negocios los que tienen un dueño de otro país, medio centenar más que hace una década, lo que hace que ganen mucha presencia en un contexto de claro declive del sector. De todos modos, el sector no tira la toalla y sigue haciendo gala de su dinamismo. Sin ir más lejos, ayer consiguieron llenar las calles en una edición del Shopping Fest en el que el comecio del centro se unió para ofrecer grandes descuentos y muchas actividades.
Desde la Federación de Comercio de Ourense, ponen de relieve el peso específico del comercio de proximidad a la hora de “generar empleo, dinamismo económico y actividad social”, tal y como destaca la presidenta del colectivo, Beatriz Gómez, que cree que el comercio sigue siendo “un motor importante” del sector en Ourense.
Un estudio del Colegio de Economistas resaltaba que en 2019 la edad media de los comerciantes ourensanos era de 48 años, con dos trabajadores de media y 200 clientes fijos. Señalaba que hasta 2030 se esperaba el cierre por jubilación de hasta el 20% de los negocios.
