Cristianos y moros combatieron de nuevo en A Saínza (Rairiz de Veiga). Los primeros reconquistaron la fortaleza del pueblo, asaltada por los moros en la noche del sábado. La batalla congregó a numeroso público.

Dura batalla en A Saínza

A Saínza (Rairiz de Veiga) escenificó un año más su tradicional batalla entre moros y cristianos para conquistar la pequeña fortaleza del pueblo.
El combate comenzó a las 13.00 horas, despertando una enorme expectación entre los cientos de personas que se arremolinaban en torno a las vallas que cercaban el campo de batalla. Casi una hora duró la encarnizada lucha, durante la que varios cañones disparaban balas de fogueo y las espadas, lanzas y dagas de los soldados, unos a caballo y otros a pie, no paraban cortar cabezas y atravesar pechos, simbólicamente, claro.

Al final, las huestes del moro Abderramán huyeron derrotadas mientras los soldados de don Pelayo reconquistaba la fortaleza, asaltada por los primeros en la noche del sábado, sustituyen la bandera de la media luna por otra con una cruz. Eso sí, los vencedores perdonaron la vida a todos sus cautivos, incluidos sus capitanes.

En el campo de batalla luchaban, entre moros y cristianos, un centenar de personas, que en varias ocasiones arrancaron aplausos del numeroso público presente. El único incidente del espectáculo lo protagonizó uno de los soldados cristianos al caerse de su caballo y golpearse contra unas piedras. Una ambulancia lo trasladó a un centro médico para ser atendido de heridas de carácter leve.

La lucha estuvo presidida por la Virgen de la Merced, que fue trasladada en procesión desde la iglesia parroquial de Rairiz de Veiga, donde tiene su capilla, y los fieles presentaron sus ofrendas durante una misa solemne.


PRESUPUESTO

Una vez reconquistada la fortaleza, la fiesta se prolongó hasta la madrugada con la actuación de dos orquestas y una charanga. La organización de la romería, declarada de interés turístico, requirió 50.000 euros, que aportó en su mayor parte el Concello, donde destacan que cada año son más las personas que cursan una solicitud para participar en la batalla, bien haciendo de soldado moro o de cristiano.

Vecinos y visitantes se encontraron ayer con un campo de fiesta renovado (el Concello lo pavimentó), lo que evitó en cierta medida el polvo que se formaba en la zona, dada la aglomeración de personas.

Alrededor del campo se instalaron numerosas barracas y carpas en las que se podían degustar tapas y vinos.

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