Escritor y voluntario en el proyecto ‘Caminos de Libertad’

Manuel Rivero Pérez: ‘El voluntariado es devolver a la sociedad lo que ésta nos ha dado previamente’

Manuel Rivero en una de sus visitas a Bande, su villa natal. (Foto: Miguel Ángel)
‘Lo que más me impactó fue ver a internos de 26 y 28 años por culpa de la droga’, subraya el escritor de Bande Manuel Rivera, que participa en la peregrinación ‘Caminos de Libertad’.
Santiago de Compostela recibirá el 19 de mayo la llegada de los peregrinos del proyecto ‘Caminos de Libertad’. Una iniciativa pionera en España donde internos de diferentes centros penitenciaros realizan coordinadamente diferentes etapas de la Ruta Xacobea acompañados por un grupo de voluntarios entre los que se encuentra el escritor de Bande Manuel Rivero.

¿Qué es ‘Caminos de Libertad’?

Es una iniciativa donde 72 internos de nueve centros penitenciarios de España recorren, en 37 días y diferentes tramos, 1.099 kilómetros (850 del Camino Francés, 144 del Primitivo y 105 del Portugués). Realizar el Camino de Santiago potencia en las personas aspectos de la vida esenciales para la convivencia social y desarrollo individual, que se consideran fundamentales para implicar a los internos en un proceso de socialización y de transmisión de valores, que les permita desarrollar conductas y actitudes favorables a su integración social.

¿Por ejemplo?

El Camino permitirá favorecer la conexión de los internos con un entorno social normalizado; motivar inquietudes culturales a través de un recorrido declarado Patrimonio de la Humanidad, promover relaciones positivas dentro del grupo, motivar el interés por la naturaleza, transmitir la adopción de un estilo de vida saludable y convivir con internos y profesionales de otros centros.

¿Cómo se embarcó en este proyecto?

Mi labor como voluntario llegó a través del ensayo que escribí sobre valores y habilidades: ‘De Roncesvalles a Compostela’, que fue escogido por la Fundación BBVA como lectura para acompañar a los internos en este proyecto. Me propusieron caminar con ellos y estoy encantado. Compartimos trayecto, descansos y reflexiones donde siempre les cuento un símil del Camino, cuando se nos van metiendo piedras en los zapatos: algunas las metemos nosotros, otras nos las meten y también están las que se cuelan solas. Y lo mismo ocurre en la vida, de ahí que aprendamos a sacarlas todas para poder caminar más rápido.

¿Qué le dijo su familia cuando le contó su intención de hacer el Camino con internos?

Me preguntaban si llevaban seguridad o esposas pero, nada de eso. Se trata de una peregrinación como otra cualquiera donde los internos, que cumplen un perfil concreto, están acompañados de voluntarios y personal del centro penitenciario.

¿Cómo es un día de etapa?

Es muy dinámica. La labor del voluntariado es devolver a la sociedad lo que la sociedad nos ha dado a nosotros. Y en este caso concreto, recibimos más de lo que damos. La percepción que la sociedad tiene de los internos es muy diferente a la realidad. Ellos tienen mucha necesidad de hablar, son muy prácticos, tienen establecido el porqué están dentro e intentan que nadie más cometa ese mismo error. Para ellos esta experiencia supone compartir todo eso y, en cierto modo, ganar algo de libertad y romper la rutina del centro.

¿Qué es lo que más le impresiona?

Detrás de cada uno hay una historia, pero lo que más me impactó fue ver a jóvenes de 26 y 28 años que llevan buena parte de su vida yendo de centro en centro por culpa de la droga.

¿Cómo es la relación con el resto de peregrinos?

Lo cierto es que no saben que somos internos, sino un grupo de peregrinos más. Pero la gente del Camino es tan abierta que estoy seguro que si lo supieran, no les importaría.

¿Repetiría la experiencia?

Sin duda. Precisamente antes de que lleguen a Santiago volveré a caminar con ellos y, una vez finalizado este proyecto, espero visitarles en sus respectivos centros penitenciarios. En el plano profesional, tengo prevista la publicación de un nuevo ensayo que relate una nueva peregrinación, en este caso de Braga a Celanova por el Camino de San Rosendo.


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