Buscando el Norte

Estamos en tiempos de incertidumbre. Estamos desorientados. Nunca fue nuestro fuerte, tenemos que reconocer que cuando nos preguntan por una dirección, nunca decimos que se dirijan al Norte o al Sur, realmente nunca sabemos por dónde nos viene la cosa. Cuando Carlitos Cerdeira venía de Caracas y pasaba por Ourense, antes de ir a Carballiño , para ver a su amigo Manolito Carballo, me decía: voy por la Norte VI, en lugar de la Nacional VI (la autopista de La Coruña). Para nosotros, la N no era Norte, era, y lo sigue siendo, la Nacional, independientemente de que sea la N-VI o la N-525. Al margen de que vayamos a Vigo o a Sevilla
En América es otra cosa, chico. Cualquier patrullero de policía del más apartado pueblo americano sabe perfectamente, cuando va persiguiendo a un fugitivo, si va al Norte, si va al Sur, al Este o al Oeste: ¡Van por la autopista del Condado dirección sur, brother! ¡Ándale por la variante Norte y les atrapamos sin más, carajo! Por acá, mano, siempre nos hemos ido por los cerros del de arriba o del de abajo: ¡Van follados en un BMW rojo dirección Villaverde Bajo, compañeros! ¡Id por Villaverde Alto y los tenemos, coño!

También pudieran surgir las dudas entre ir a Loiro de Arriba o Loiro de Abaixo. No es el caso de Bentraces, o de Barbadás, que están en su sitio y no necesitan asociados. Cuando no tenemos muy claras las referencias de altura, nos acoplamos a un santo, a una santa o a un obispo, como en el caso de Sobrado, pero nunca a una referencia cardinal, aunque bien pensado, y para los que vamos quedando, da igual dónde nos entierren.

Cuando sigamos sin tener muy claro si estamos arriba o abajo, nos vamos a Moraleja de Enmedio, así, a palo seco, sin saber nunca en medio de qué, y por supuesto, sin saber tampoco si vamos al Norte o al Sur. Como la paloma que se equivocaba (tenía que ser de aquí, no creo que eso les pase a las americanas) de Alberti y Serrat.

Tal vez por eso seguimos sin saber realmente cómo funciona esto de la democracia, donde los que salen elegidos, ya sean de una tendencia o de otra, piensan que lo primero que pueden hacer es llamar a sus parientes, amiguetes y amiguitos del alma, para darles la buena nueva de que ha llegado a tiempo de subirse a la burra, o al avión presidencial, que para el caso es lo mismo.

La verdadera democracia llegará el día en que tu compañero de pupitre, tu hija, tu yerno, tu amigo del alma, lejos de sentirse afortunado, se sentirá perjudicado, directamente, porque a partir del momento en el que su padre, su suegro, su tío o su amigo del alma, sea ministro, alcalde, presidente, juez o rey; tendrán que tener un comportamiento ejemplar, por la sencilla razón de que los estamos vigilando. Día y noche, en su pueblo o en el Caribe, esquiando o trabajando. Con la que está cayendo, ya no nos fiamos de nadie.

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