la confianza se gana, no se mendiga

En las últimas elecciones generales muchos pronosticaron que la victoria de Rajoy por mayoría absoluta inspiraría tal confianza, que la economía experimentaría un vuelco.
Nada ha ocurrido. Sin duda, la pérdida del poder  por los socialistas era una necesidad, si bien,  no fue Rajoy quien ganó las elecciones sino que todo obedeció a la gestión realizada por  Zapatero y su sucesor,  el desprestigiado Rubalcaba. Pronto se cumplirá el primer aniversario del Gobierno del Partido Popular y no se ha cumplido ni una de sus promesas. Por mucho que le disguste al presidente de Telefónica, Cesar Alierta, el término rescate, las circunstancias apuntan que cada vez está más cercana la 'Europa de las dos velocidades'.

El problema es que la sociedad está empeñada en exigirle a Rajoy que actúe como un líder cuando no tiene madera de tal, entre otras razones porque no se puede estar mendigando comprensión reiteradamente. No comunica ni ilusiona y todo queda en fatalismos y resignaciones. El único cambio de actitud es la forma de acercarse a los atriles, para simular un dinamismo del que carece, muy al estilo de los políticos americanos. Su imagen no proporciona proximidad ni da la sensación de encontrarse a gusto.  Su mantra de que 'no podemos soportar tanto déficit y endeudamiento' sólo logra amargar más  a los ciudadanos, cuando en su lugar lo que necesitamos es saber su proyecto para superar esta situación.

Se está demandando una 'reforma integral del modelo de Estado', y si el realizarla le supone la pérdida del poder, deberá asumirlo. Evitar problemas y eludir compromisos sólo conduce a la catástrofe.

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