LA CUESTION DE LA JODIENDA

Ha salido a la luz el borrador de la Ordenanza Municipal para la Convivencia Ciudadana en el Espacio Público en Madrid. Y he de disentir de los autores del texto en cuanto a la finalidad del mismo. Frente a su opinión de que el mismo tiene un carácter pedagógico, lo considero un reglamento punitivo con finalidad recaudatoria. La pedagogía se enseña en las aulas, y se practica, en sus inicios, en los hogares. Ni siquiera los hermosos y floridos bandos de don Enrique Tierno Galván llegaron a calar en el ciudadano madrileño, así como en el visitante en la Villa y Corte.
Permítaseme incidir en el tema de la prostitución callejera. Adelanto que soy partidario de que la mujer es dueña de su propio cuerpo, y que en mis tiempos mozos, gracias a honorables meretrices fui destinatario de una educación sexual, que en los tiempos oscuros de la dictadura me estaba vedada (en el aula y en la casa). Gracias a ellas supe lo que era un gatillazo, una eyaculación precoz, la postura del misionero, y otras a las que no tuve acceso, dado el carácter flácido de mis bolsillos. Son merecientes la Teresa del Esquinita, la Macarena del Patio Andaluz, la Rogelia del Texas, la Chichona, etc., de un monumento en el centro de la Plaza de la Herrería.

En el entorno europeo la búsqueda de soluciones a la prostitución es constante, como diferente, según en cada país: el abolicionismo, el neoabolicionismo, el prohibicionismo y el reglamentarismo. En nuestro país la prostitución no está prohibida. El Estado la tolera y no la regula: en la de las personas adultas, éstas no están sujetas a castigo alguno, pero si hay penas para quien se aprovecha de ella (proxenetismo). En el resto de los países de la UE, se dan los otros sistemas, en estado puro o en estado híbrido. Holanda es el modelo por excelencia del reglamentarismo de la prostitución. Esta es regulada por el Estado: registro de prostitutas, por la obligatoriedad de pasar exámenes médicos periódicos, cotización a la Seguridad Social para poder acceder al subsidio del desempleo, como cualquier trabajador.

La Ordenanza madrileña para erradicar la prostitución callejera penaliza al cliente buscador de sexo. Con ello se premia la existencia de burdeles, y en acudir a los anuncios de periódicos. Solucionar el problema no es fácil, si es que hablamos del oficio más antiguo de la Humanidad. Coello así lo sentenció años ha, cuando salíamos de un local de putas de la Rúa de Orzán en A Coruña: 'Abelardo, la cuestión de la jodienda no tiene enmienda'.

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