No hace mucho, un diario nacional publicaba una macro-encuesta de cara a las próximas elecciones del 9 de marzo. En ella se nos venía a decir que a pesar de una ligera ventaja del PSOE respecto al PP, existía un empate en cuanto al número de escaños. De esa misma encuesta se extraía el análisis de que el PP tiene más posibilidades que el PSOE de aumentar el número de escaños en feudos tradicionalmente socialistas.
Así mismo hay un dato que creo importante y que no se menciona en dicho muestreo, la población indecisa. En cualquier caso, lo que se puede observar es que el Gobierno y su presidente han ido perdiendo credibilidad, debido al sinfín de charcos en los que se ha ido metiendo.
Pero al mismo tiempo, el líder de la oposición, el señor Rajoy, no acaba de convencer a un electorado descontento con la gestión del Gobierno y con la insensatez de un presidente. De igual manera que Aznar logró la mayoría absoluta una vez que se vio su gestión, Rajoy necesitaría demostrar durante esos cuatro años como presidente que es el gober nante capaz de la sensatez, la visión de Estado y la de generar confianza y gestionar los asuntos que de verdad nos afectan.
Otro de los lugares donde se va a decidir en gran medida ese triunfo será en los debates televisivos. Si Rajoy no sólo es capaz de llegar a ese sector descontento de la población, sino de que ZP se quite el disfraz de no haber roto un plato e impedir que se esconda en sus titulares sin contenido, en sus promesas ambiguas, en el hombre de paz, que se envuelva en un patriotismo en que no cree, es posible que tenga el triunfo más cerca. De todas formas, debería contar que es posible que durante la campaña se pueda producir algún efecto mediático.
Esta vez sí i que es verdad que un voto tiene su importancia y el conquistarlo no será tarea fácil ni para uno ni para otro, ya que el descontento y la poca credibilidad de la sociedad en los políticos nos está llevando a una abstención importante y que será evidentemente determinante. Es por ello que las encuestas, y más en este país, no son más que eso, encuestas.
Pero al mismo tiempo, el líder de la oposición, el señor Rajoy, no acaba de convencer a un electorado descontento con la gestión del Gobierno y con la insensatez de un presidente. De igual manera que Aznar logró la mayoría absoluta una vez que se vio su gestión, Rajoy necesitaría demostrar durante esos cuatro años como presidente que es el gober nante capaz de la sensatez, la visión de Estado y la de generar confianza y gestionar los asuntos que de verdad nos afectan.
Otro de los lugares donde se va a decidir en gran medida ese triunfo será en los debates televisivos. Si Rajoy no sólo es capaz de llegar a ese sector descontento de la población, sino de que ZP se quite el disfraz de no haber roto un plato e impedir que se esconda en sus titulares sin contenido, en sus promesas ambiguas, en el hombre de paz, que se envuelva en un patriotismo en que no cree, es posible que tenga el triunfo más cerca. De todas formas, debería contar que es posible que durante la campaña se pueda producir algún efecto mediático.
Esta vez sí i que es verdad que un voto tiene su importancia y el conquistarlo no será tarea fácil ni para uno ni para otro, ya que el descontento y la poca credibilidad de la sociedad en los políticos nos está llevando a una abstención importante y que será evidentemente determinante. Es por ello que las encuestas, y más en este país, no son más que eso, encuestas.
