La escopeta nacional

En este verano que ahora termina, la canción ha sido el nombre de un jugador galés que ha costado cien millones de euros; con las que se podrían pagar a tocateja unas seiscientas sesenta y seis casas como la tuya y la mía.
Lo sé, suena diabólico pero es legal. Digo esto porque fijándome en lo que se considera legal y normal en nuestra sociedad, me basta y me sobra para indignarme. No consigo desempadronarme de mi perplejidad cuando veo que hay partidos políticos que tienen tanto dinero, en gran parte aportado del bolsillo de todos, que pueden prestar a sus dirigentes cientos de miles de millones; como si fueran un banco sin intereses... bueno si los tienen, pero de otro tipo. Alucino con que nos parezca normal y sea legal que una infanta le pida prestado más de un millón de euros a su padre para pagarse una casa de siete millones. También le pone cómodos plazos; tanto que la devolución total roza el año dos mil treinta, cuando tú y yo con suerte habremos pagado nuestra casa después de treinta años de madrugones. Me parece triste que sea noticia que un entrenador español aprenda alemán porque va a trabajar en Alemania. Igual lo explica que sea una excepción, frente a la alcaldesa que no ha tenido tiempo ni ganas para prepararse en condiciones su momento mítico bañado en café con leche y que encima, el Rey la felicite por su labor. De Berlanga.

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