LA MISMA TÓNICA

n n nNunca me cansaré, y llámenme pesado, de repetir mi gran cariño hacia el clero rural de esta diócesis. Porque se lo merecen y son piezas fundamentales de la iglesia diocesana.
Acaba de dejarnos uno de ellos, Antonio Vázquez (25.11.1929). Natural de una parroquia pequeña, Couxil, pero con unos grandes valores religiosos y vocaciones como toda la zona de Cartelle. De esta feligresía y de su célebre maestra tengo muchas anécdotas todas positivas. Una vez ordenado sacerdote el 1º de julio de 1956 fue destinado a la zona de Monterrei donde se gastó y desgastó toda su vida sacerdotal primero en Vilela, Medeiros y Caridad y desde 1986 en Villaza donde sustituyó a uno de los grandes promotores de la cooperativa, el inolvidable don Baldomero Requejo fallecido, ya jubilado, más tarde en Sanabria. Falta por escribir su influencia en la zona.

Pues bien, Antonio Vázquez cogía el legado de su antecesor y lo hizo con la gran humildad que le caracterizaba y la virtud que le hacía ser muy querido. Era un hombre bondadoso por naturaleza para quien todo el mundo era bueno. ¡Un bonachón !, como acaba de definírmelo un buen amigo. Eso era. Tengo varias anécdotas suyas que le definen perfectamente. Déjenme que recoja dos.

En una ocasión llegaba al obispado para entregar la colecta del Domund y el pobre iba totalmente desencajado y Josefa Ledo fue testigo. Había extraviado el dinero pese a lo cual ponía de su bolsillo el importe recaudado. Alguien que allí estaba le dijo, Antonio, lo ponemos a medias tu y yo. Las lágrimas le afloraron enseguida.

La otra más grave todavía. Una persona a la que había ayudado, y mucho, y que nunca se lo reconoció, dicho sea de paso, le dijo que le pagase una cantidad que según aquella persona le debía. Él estaba cierto y tenía testimonios para su certeza, de que ya se lo había pagado. Ante la insistencia, y con mucho dolor por su parte por la ingratitud y mentira, le volvió a entregar la cantidad reclamada. Le dolió y mucho y de ello soy testigo.

Este era Antonio Vázquez, una persona encantadora que siempre quiso estar en el anonimato con su sencillez y entrega sacerdotal.

Descanse en paz este sacerdote que vivió toda su vida para su ministerio y siempre cercano a sus compañeros y amigos. Con ejemplos así se engrandece la categoría del clero diocesano y sobre todo de tantos curas rurales que hacen de la humildad su estilo de vida.

Te puede interesar
Más en Cartas al director