LA REALEZA A EXAMEN

Lo que tantas veces se ha dicho parece certero: algunas ONG aparentan ser auténticas cuevas de ladrones a costa del dinero público que reciben. Ahora la falsa etiqueta de las obras sociales ha salpicado de lleno a la realeza española, situando a Iñaki Urdangarín, el duque de Palma, en el punto de mira por presunta corrupción a cargo del instituto Nóos que él ha dirigido. No es que yo quiera ser mal pensado, pero al final puede que todo quede en nada, tal vez por falta de pruebas y en definitiva... archivado. O bien aparecerá algún cabeza de turco, como suele suceder en casos similares, que pague los platos rotos.
Realmente ¿va a ser así? Yo no soy adivino y además también suele decirse que la justicia es para todos igual, pero sospecho que para unos mucho más que para otros. Este personaje, al ser yerno del rey, vamos a ver quién se atreve a enjuiciarlo. El tiempo nos lo dirá. Cierto que, como a cualquier ciudadano, a Iñaki Urdangarín se le debe respetar la presunción de inocencia, pero también se le debe exigir la misma responsabilidad penal (si la hubiera) que a cualquier otro ciudadano incluso con la cárcel.

De momento ya hay indicios suficientes del fraude, al no justificar adecuadamente (o con facturas falsas, y costes irreales) el dinero público que ha recibido porque tanto valor patrimonial en casas y mansiones no sale de un sueldo. En apenas cuatro años, los duques y sus empresas adquirieron bienes por valor de más de siete millones de euros. Si al final se confirma que Urdangarín es culpable, lógico es que lo condenen. Otro ejemplo para la reflexión: ¿se han parado a pensar a dónde va a parar la recaudación contra el cáncer de algunas ONG?

En fin... esperamos ver quien es el que le pone el cascabel al gato.

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