Lágrimas y emoción contenida fueron una constante en el mercado de Cacabelos, en A Bola, donde 41 años después del rodaje se proyectó 'El bosque del Lobo', la cinta inspirada en la leyenda de Manuel Blanco Romasanta.

Sonrisas y lágrimas en el regreso de Romasanta

La lluvia de San Lorenzo pasó desapercibida ayer en A Bola, cuyos vecinos eclipsaron a los astros con motivo del reencuentro cinematográfico protagonizado por 'A Bola na memoria'. Cuatro décadas después de tomar la parroquia de Santa Baia, el director Pedro Olea regresó anoche al núcleo bolés para revivir los momentos más intensos del rodaje de 'El bosque do Lobo', de la mano de la Fundación Vicente Risco de Allariz y el Concello.
El río Orille fue testigo del reencuentro de las familias con el director bilbaíno, a quien agradecieron enormemente que hubiera elegido A Bola como localización y más aún su asistencia a la proyección. 'A película a ten o me fillo na Coruña', confesaba una vecina de Casal, emocionada por conocer al hombre que llevó a la gran pantalla a parte de su familia cuando la televisión en color era un invento de última generación. 'Estábamos a finais dos anos sesenta, daquelas a única televisión era a do crego e, a chegada do equipo de rodaxe, da farándula, foi toda unha revolución no pobo', relataba Manuel Antonio Fernández Losada, que contaba con 12 años cuando protagonizó alguna de las escenas del principio de la película con la que hoy es la alcaldesa de A Bola, Teresa Barge. 'Non lembro como foi o proceso de selección, nin si fixen castin, eu penso que non. Gusteille ao director polos meus riciños', bromeaba.

La nostalgia por tiempos pasados y la emoción por identificar a sus seres queridos en diferentes momentos de la película provocaron más de una lágrima entre el público asistente a la proyección que, al caer la noche, se desarrolló en el mercado de Cacabelos. 'Na película aparecía moita xente maior, penso que so debemos quedar dous ou tres actores vivos', apuntaba Fernández Losada, que recuerda que otro de los momentos de mayor emoción fue el estreno de la película en Celanova. 'Todo o pobo acudiu ao cine, abarrotando a sala para vernos na gran pantalla'. La película, añadía Afonso Vázquez-Monxardín de la Fundación Vicente Risco, fue un revulsivo cultural y económico para los vecinos, algunos de los cuales cobraban 150 pesetas al día por rodaje.

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