Xosé Benito Reza: “Nuestras afinidades con la vecina Portugal son, incluso, genéticas”

La pandemia ha sido una época especialmente fructífera para el celanovés Xosé Benito Reza, con la publicación de dos libros y una ficción en camino, la segunda después de “Terradentro”. Tras la presentación de “O Parque Natural Baixa Limia-Serra do Xurés”, el escritor e ingeniero de montes está inmerso en la promoción de “Un galego no Camiño Portugués” basado en su peregrinación por un desconocido camino portugués en los lejanos años 90 del siglo pasado. ¿Qué le ha supuesto la publicación de este libro? Me sirvió mucho para rememorar nuestra pequeña gran historia de Galicia, la Galicia medieval y cuando los gallegos perdimos el sur, cuando se nos separó Portugal. Es un momento muy interesante en el que empieza la edad de oro de Galicia en el siglo X, con San Rosendo y una influencia que llegó hasta la Coimbra que reconquistó su abuelo Hermenegildo; con el Camino de Santiago que viene de Europa y, nada más y nada menos, que con el románico. Es un momento en el que los reyes vivían, morían y se enterraban aquí. ¿Queda algo de “Memorias do pedal” en este trabajo? Está muy cambiado. En aquel libro está la base, aquel viaje de 1993 por un camino del que nadie sabía. “Un galego no Camiño portugués” es el viaje de un gallego que, desde Lisboa a Santiago, va rememorando su propia historia en un país hoy extranjero. ¿De guía turística no tiene nada? Es un viaje por la geografía de 8 días y 611 kilómetros. Pero sobre todo es un viaje por el tiempo. Creo que es muy interesante y muy atractivo para los amantes de la historia y, en particular, de la historia olvidada de Galicia. Hay que pensar que el reino de Galicia y los hijos de Galicia llegamos un día en la llamada Reconquista hasta Coimbra. Quizás por eso, la mayoría de los gallegos tenemos un sentimiento fraternal hacia los portugueses, porque nuestras afinidades con ellos son muchísimas, no solo culturales o lingüísticas, incluso genéticas. Pero, y lo lamento también en el libro, con raras excepciones ese sentimiento fraternal no es recíproco. La mayor parte de los intelectuales portugueses siguen sin reconocer a Galicia como su patria y al gallego como su lengua madre. Compartimos, con resultados dispares, el Xurés/Gerês a quien acaba de dedicar un libro, ¿con qué objetivo? Son mis memorias de ingeniero y de 40 años de trabajo en la administración como funcionario, donde hablo de un tiempo pasado, cuando creamos el parque, cómo fue el proceso técnico y administrativo y el apoyo que recibimos de la gente. Pero sobre todo es un homenaje y reconocimiento a las personas que nos ayudaron a crear el parque natural, independientemente de que ahora vaya bien o vaya mal. Pero siempre pensando en positivo, en que es un gran proyecto y podría tener mucho futuro. Viéndolo hoy, ¿se arrepiente de tanto esfuerzo por parte de tanta gente? Me da pena ver que no se aproveche el potencial de un territorio con tantas posibilidades para convertirlo en uno de los espacios naturales más importantes de la península. No solo para proteger la naturaleza, sino para que los pueblos y la gente puedan vivir bien y dignamente, que era otro de los objetivos. Yo creo que todo aquel esfuerzo mereció la pena, porque las realidades, los hechos, los logros, están ahí: el parque, la reserva de la biosfera, la aldea de Salgueiro, la cabra montesa, el Camino de San Rosendo, la Vía Nova, la Q de Calidad, la Carta Europea de Turismo Sostenible, las rutas, refugios, miradores, hornos y molinos, la sede del parque, las puertas… Tantos esfuerzos, tantas reuniones, tanto dinero invertido… ¿Moriremos de éxito en el intento? ¿Qué hay que hacer? Lo que hay que hacer es tener la suficiente inteligencia y voluntad ahora para saber ponerlo en valor y que la gente vaya allí, que se haga una oferta de ocio y naturaleza como Dios manda y que repercuta en la población local. ¿Cómo se apaña uno para tener un repertorio tan variado? Es que se me ocurren cosas. Una vez Méndez Ferrín me dijo que parecía un hombre del Renacimiento porque le doy a todo y eso, también dicho por él, es lo más difícil. Con 20 años me fui a los Ancares e hice un libro de viajes, como pescador hice la biografía del río Arnoia, he escrito de Celanova, de Curros ¡cómo no hacerlo si es nuestro gran poeta!, y me faltaba una historia de aquellos recuerdos de niño, de la gente mayor vestida de negro, de los mercados de la plaza y de la fonda de mi abuela Amadora… y salió “Terradentro”. Ahora estoy en otra ficción que saldrá en 2020. Y tengo otras cosas a la espera, pero ni siquiera iniciadas porque un libro es mucho trabajo. Esto se hace por vocación, desde luego no piensas en ganar dinero. Eso es cosa de privilegiados.