FÚTBOL | TERCERA DIVISIÓN

Un Barbadás irreconocible

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photo_camera El delantero de los azules Nespereira intenta un disparo sobre la portería del guardameta del Vilalonga Marcos.
Barbadás
Barbadás
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Villalonga
Villalonga

¿Qué grande es el fútbol! Un equipo, el Barbadás, que afrontaba el partido ante el Villalonga como colista y que ganó 1-0. Además, dejó una imagen que nada tiene que ver con el equipo de los últimos meses.

El público se marchó satisfecho, los jugadores lo celebraron casi como si hubiesen ganado la liga y todos se fueron más que contentos.

Porque el equipo azulón llegaba a este partido en la UCI y con ventilación asistida. Para ello llegó el doctor Vilachá. Lo hizo con la pócima mágica, que al menos le valió en este partido. Más adelante ya veremos. Tampoco todos los rivales van a ser como el Vilalonga.

Aunque una cosa sí que quedó clara. Este nuevo Barbadás ya no se parece en nada al que se vio las quince jornadas anteriores.

Al fútbol se puede jugar de muchas maneras. Unas gustan más que otras, pero lo que sí le satisface a la mayoría es ganar al final de los partidos. Y en la mayoría de los casos, el cómo, no importa lo más mínimo.

Este nuevo Barbadás cambió su cara radicalmente. Se acabó el fútbol de toque, el sobar el balón una y otra vez y que los rivales supieran como defenderles. Ahora eso pasó a la historia. Toca sudar la camiseta hasta la extenuación y el que no lo tenga claro no tiene sitio. Por ahora todos entendieron el mensaje. Y complicaciones, las justas. Si hay que despejar sin contemplaciones, se hace. Si el balón largo es la mejor solución, pues no pasa nada. Y si además ganas, pues eso ya es la leche, para un equipo que tenía la moral por los suelos después de doce semanas sin saber lo que es llevarse un triunfo a la buchaca.

Aunque tampoco es para tirar cohetes. Solo son tres puntos, pero lo mejor es que es ante un rival de tu liga y que a veces, vale más la moral que da una victoria que todo lo que te puedan decir en charlas, videos o cenas para hacer grupo.

El partido empezó vibrante, loco, desatado. A los doce minutos, cuatro ocasiones claras de los azules. Increíble. Bouba al palo. Cabanyes por encima del larguero. Alberto obliga a Marcos a lucirse y Helder manda ajustado al poste. Y así la primera media hora. Algún aficionado se frotaba los ojos. Más ocasiones en media hora que en toda la liga. Pues sí. Era cierto.

En la segunda parte, más normalidad. Un par de ocasiones y llegó el gol. Caique se hizo con una pelota en la frontal, piso el área, se fue entre dos y superó a Marcos. 1-0, ante la locura de sus compañeros. Pudo caer el segundo en un derribo de Cabanyes que el árbitro, delante de la jugada, se fumó. No hizo falta. Al final, toco remangarse para conservar los puntos. Lo hicieron todos, sin discusión, como quiere el doctor Vilachá.

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