La lluvia deslució la Andaina que organiza el Concello de Muiños, que alcanzó su décima edición

Dura, exigente y espectacular

Distintos participantes, durante los primeros metros de la andaina de Muiños. (Foto: Marcos Atrio)
A las nueve y veinte se dio la salida a una Andaina, la del Parque Natural Baixa Limia-Serra do Xurés, que se confirma como una de las más espectaculares de cuantas de celebran en Galicia. Ni la lluvia, que intimidaba media antes de la salida, ni las dificultades orográficas del recorrido pudieron deslucir la cita atlética del concello de Muiños.
Fueron 172 los andarines y casi 17 kilómetros los testigos del esfuerzo necesario para salir indemne de una prueba ‘difícil’. Gandarachá, con sus pozas y ‘albergue’ de la reserva de corzos, supuso la primera meta volante, la segunda, en Salgueiros, sirvió para que los atletas recuperasen fuerzas con algo de fruta y bebidas isotónicas. Antes había que utilizar los cinco sentidos para no regresar a casa con secuelas. ‘Na baixada hai sitios nos que lles costaría pasar incluso as cabras’, asegura el concejal de deportes Alejandro Castro.

Aún quedaba lo más complicado. En una prueba en casi constante ascensión las ‘peores’ rampas llegan con la subida a la zona de A Barxa. ‘Hai que votarlle peito para subir e algún incluso o fai correndo’, dice Castro.

Brezos, hiniestas y todo tipo de flores adornaron el recorrido en los últimos tramos. En la meta, en O Pisco, esperaba la última recompensa. ‘Unha boa comida, regalos para todos e todo o mundo contento. Algún xa pensaban na siguiente. A min costarame algo mais recuperar’, decía un Concejal que no dudó en predicar con el ejemplo.

EL DETALLE

Un gorro de safari para todos, sin excepción

La mayoría de participantes en la Andaina no utilizaron en ningún momento el recursos del trote para avanzar metros. Sin embargo los más ‘preparados’ hicieron los 16 kilómetros y 800 metros corriendo. Entre el grupo de cabeza se encontrabas habituales de este tipo de actividades como Willy o Casiano, que demostraron una vez más su envidiable estado de forma. El grueso de andarines llegaron a la meta una hora más tarde que los primeros. Para todos, aventajados y rezagados, hubo el mismo premio, un gorro de safari. Aunque sin duda lo que mejor recibieron fue la la ensaladilla, la milanesa y los helados de la comida en el albergue.


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