Ayer por la tarde un aficionado llamaba a las oficinas del COB preguntando por el partido de esta noche. 'Soy de Lalín y quería saber si hay problemas de entradas. Somos cuatro', decía.
El Pazo no se llenará esta noche y lo del cartel de 'no hay billetes' se antoja todavía lejano pero la simple duda de un aficionado sirve para simbolizar el giro radical del COB esta temporada.
La imagen de las gradas del Pazo es increíble si se echa la vista atrás hace sólo unos meses. Pensar que esta noche puedan ser más de 4.000 los aficionados que arropen al equipo es un lujo que se repite jornada tras jornada en el marco del Pazo -con algunos picos a lo largo de la temporada-. La Liga y los rivales también colaboran. La LEB Oro es un manjar pensando en la campañas precedentes. El CAI Zaragoza representa mejor que nadie ese salto de calidad.
Menorca, Tenerife, Cáceres o Melilla ya han pasado por Ourense. El CAI es algo más. Es un histórico del baloncesto nacional.
Refundado o no, da igual. Es un bicampeón de la Copa del Rey por el que han pasado leyendas del baloncesto internacional. Es el club con la mejor afición de Europa. Mejor que la del Baskonia, el Unicaja o el Estudiantes. Mejor que la del Alba Berlín o el Maccabi Tel Aviv.
El CAI suena a baloncesto con mayúsculas. Hace pensar en épocas en que Ourense era el apellido y Coren o Caixa el nombre. Es la confirmación de que el baloncesto de primer nivel está de regreso a una ciudad que, a poco que se le ofreciese, siempre ha respondido a la llamada. Es el primer plato perfecto para hacer boca antes del plato fuerte, la visita del Breogán.
Hace no mucho visitaba el Pazo Paolo Quinteros. Lo hacía con su selección, la argentina. Ahora regresa pero con su equipo. No por invitación, no por accidente, no por casualidad. De los jugadores de aquel torneo internacional la mayoría, los Gasol, Navarro, Calderón, Noccioni o Jasikevicius ya habían jugado en Ourense en partidos de Liga, habían jugado contra el COB.
Ourense vuelve a soñar con mantener su estatus en el baloncesto nacional, con olvidar penurias pasadas y complejos de inferioridad que no resultan tan lejanos en el tiempo -hace escasamente una temporada-.
La visita del CAI es la confirmación de esa expectación que está creando el COB en la presente campaña entre aficionados de toda la provincia. Hay entradas pero ya no tantas.
La imagen de las gradas del Pazo es increíble si se echa la vista atrás hace sólo unos meses. Pensar que esta noche puedan ser más de 4.000 los aficionados que arropen al equipo es un lujo que se repite jornada tras jornada en el marco del Pazo -con algunos picos a lo largo de la temporada-. La Liga y los rivales también colaboran. La LEB Oro es un manjar pensando en la campañas precedentes. El CAI Zaragoza representa mejor que nadie ese salto de calidad.
Menorca, Tenerife, Cáceres o Melilla ya han pasado por Ourense. El CAI es algo más. Es un histórico del baloncesto nacional.
Refundado o no, da igual. Es un bicampeón de la Copa del Rey por el que han pasado leyendas del baloncesto internacional. Es el club con la mejor afición de Europa. Mejor que la del Baskonia, el Unicaja o el Estudiantes. Mejor que la del Alba Berlín o el Maccabi Tel Aviv.
El CAI suena a baloncesto con mayúsculas. Hace pensar en épocas en que Ourense era el apellido y Coren o Caixa el nombre. Es la confirmación de que el baloncesto de primer nivel está de regreso a una ciudad que, a poco que se le ofreciese, siempre ha respondido a la llamada. Es el primer plato perfecto para hacer boca antes del plato fuerte, la visita del Breogán.
Hace no mucho visitaba el Pazo Paolo Quinteros. Lo hacía con su selección, la argentina. Ahora regresa pero con su equipo. No por invitación, no por accidente, no por casualidad. De los jugadores de aquel torneo internacional la mayoría, los Gasol, Navarro, Calderón, Noccioni o Jasikevicius ya habían jugado en Ourense en partidos de Liga, habían jugado contra el COB.
Ourense vuelve a soñar con mantener su estatus en el baloncesto nacional, con olvidar penurias pasadas y complejos de inferioridad que no resultan tan lejanos en el tiempo -hace escasamente una temporada-.
La visita del CAI es la confirmación de esa expectación que está creando el COB en la presente campaña entre aficionados de toda la provincia. Hay entradas pero ya no tantas.
