Veo en la televisión pública el interesante programa 'Españoles por el Mundo', al que le han salido imitaciones por todas las cadenas. En el capítulo dedicado a la mágica Las Vegas nos presentan a Esther, una barcelonesa bien asentada en la zona, implicada en acciones benéficas con las clases más marginales.
Como suele ser habitual, la protagonista nos invita a entrar en su casa, nos presenta a dos hijas, sus padres y -¡oh, sorpresa!- a su imponente marido.
Nada menos que Mike Brown, aquel enorme pivot que jugó apenas 11 partidos en el COB de la temporada 2000-2001, la del regreso a la ACB. Llegó como lider y salió despedido por bajo rendimiento y un grave enfrentamiento con el técnico Sergio Valdeolmillos, al que llamó 'bull shit' durante un entrenamiento (busquen el diccionario de inglés y traduzcan, traduzcan).
La orgullosa esposa nos recuerda que Miguelito tuvo una prolongada carrera en la NBA y después jugó en España -'en Manresa', dice- olvidando la etapa en nuestra pequeña ciudad.
Teniendo en cuenta que el litigio entre su marido y el club terminó con la indemnización íntegra de su contrato, aproximadamente unos 65 millones de pesetas de entonces, creo que por lo menos la señora Brown podría hacer una pequeña mención al club que tanto bienestar le produjo al matrimonio.
No crean que aquel contrato estelar fue la única fuente de ingresos del ex pivot. Ya entonces regentaba varios centros de lavado de coches en su país y promocionaba unas patatas fritas de sabor sospechoso, llamadas 'raperas'.
Nada menos que Mike Brown, aquel enorme pivot que jugó apenas 11 partidos en el COB de la temporada 2000-2001, la del regreso a la ACB. Llegó como lider y salió despedido por bajo rendimiento y un grave enfrentamiento con el técnico Sergio Valdeolmillos, al que llamó 'bull shit' durante un entrenamiento (busquen el diccionario de inglés y traduzcan, traduzcan).
La orgullosa esposa nos recuerda que Miguelito tuvo una prolongada carrera en la NBA y después jugó en España -'en Manresa', dice- olvidando la etapa en nuestra pequeña ciudad.
Teniendo en cuenta que el litigio entre su marido y el club terminó con la indemnización íntegra de su contrato, aproximadamente unos 65 millones de pesetas de entonces, creo que por lo menos la señora Brown podría hacer una pequeña mención al club que tanto bienestar le produjo al matrimonio.
No crean que aquel contrato estelar fue la única fuente de ingresos del ex pivot. Ya entonces regentaba varios centros de lavado de coches en su país y promocionaba unas patatas fritas de sabor sospechoso, llamadas 'raperas'.
