Cómo han cambiado las cosas. Hace dos semanas el Sala Ourense tenía un futuro muy oscuro en su lucha por continuar en las categorías nacionales, pero 15 días y tres victorias después el enfermo ha abandonado la UCI para pasar a ser el que escriba su propio destino.
Está fuera de los puestos de descenso, aunque falta lo más complicado, certificar la permanencia en una recta final de curso ante rivales directos. “Hace unas jornadas estábamos bajo mínimos, pero estas tres victorias nos han dado mucho aire. Seguimos inmersos en una carrera de fondo, aunque la perspectiva es diferente a la de entonces”, destaca el técnico Kike García, que no quiere euforias aunque tampoco presionar en exceso. Así, reconoce que “todavía falta mucho por hacer, pero esto está mucho mejor. Lo bueno es que dependemos de nosotros, lo malo es que hay muchos equipos implicados y nos tenemos que ver con ellos”.
Por delante quedan cuatro partidos, el más cercano el sábado a las 18:00 horas con la visita a un Ventorrillo que está prácticamente desahuciado en su pugna por salvar la categoría. “No sé si este hecho es positivo o negativo para nosotros, pero lo que sí tengo claro es que nosotros debemos ir a lo nuestro y hacer nuestro partido”.
