El madrileño regresó a la competición con la victoria en la Vuelta a España 2012, acompañado en el podio por Alejandro Valverde y 'Purito' Rodríguez

La Cibeles encumbra a Contador

Alberto Contador, en el podio junto a Valverde y Purito, segundo y tercero. (Foto: JOSÉ MANUEL VIDAL)
Alberto Contador culminó junto a la diosa Cibeles su segundo triunfo en la Vuelta a España y el regreso a la cima del ciclismo una vez que concluyó la última etapa, que le rindió pleitesía al vencedor en el paseo de 115 kilómetros entre Cercedilla y Madrid, en la que el alemán John Degenkolb se sumó a la fiesta levantando la manita por sus cinco victorias al sprint.
El alemán se coló en la fiesta de Contador en las tórridas calles de la capital. Falló en Valladolid porque Bennati le comió entonces la tostada, pero entre Colón y Atocha, el Argos le puso alfombra roja y el germano, que de pequeño fue obligado por su padre a cambiar el balón de fútbol por la bici, no falló. Los italianos Viviani y Bennati completaron el podio de la etapa.

También levantó los brazos entre la multitud Alberto Contador. Cuatro años después de su primer triunfo en 2008, el de Pinto, de 29 años, volvió a lo más alto del cajón para refrendar que sigue en la élite del pelotón internacional, en un año especial ya que tras cumplir la sanción por dopaje impuesta por el TAS se presentó en la salida con sólo seis días de competición y alguna duda a cuestas.

'Una victoria especial después de todo lo que he pasado y porque ha costado mucho. Cuando conseguir algo cuesta tanto se saborea de forma especial', fueron sus primeras palabras en meta.

No ganaba una grande desde el Tour 2009, y desde entonces su peregrinaje por la zona sombría del ciclismo le colocó en otro tipo de debate y le aligeró el palmarés. Cumplida la penitencia y superadas las dudas iniciales, Contador ha vuelto a ganar, y lo ha hecho gracias a una hazaña puntual, inolvidable.


LA ETAPA DECISIVA

Fue la de Fuente Dé, de ésas que hacen historia, ante rivales como Alejandro Valverde y Purito Rodríguez, que le han escoltado en el podio, y el británico Chris Froome, su futuro rival en el Tour de Francia. Aquel asalto fue el que le condujo de nuevo a la gloria. Madridista declarado, que no forofo, Contador celebró en Cibeles, a un paso de Neptuno, su quinta grande desde que debutó como profesional en 2003. Ambos dioses, una blanca y el otro rojiblanco, aplaudieron al de Pinto, a ese ciclista que cantó su triunfo en Fuente Dé como Iniesta su gol en el Mundial de Sudáfrica. Gesto de rabia que marcaba a fuego el camino deseado.

La Vuelta ha tenido más protagonistas. Purito, catalán y barcelonista, ha sido el gran animador de la Vuelta, el más chulapo dentro y fuera de la carretera. Con tres triunfos de etapa, estuvo cerca del maillot rojo, pero el Collado de la Hoz le decapitó en una jornada aciaga.

También fueron aclamados el australiano Simon Clarke, rey de la montaña, y el Movistar de Eusebio Unzue, el mejor equipo de la Vuelta. Su líder, Alejandro Valverde, que además de llevarse las etapas de Arrate y la Collada de la Gallina le arrebató a Purito los jerseis por puntos y de la combinada en la 'intrascendente etapa de Madrid'.

Fin de una Vuelta entretenida, para muchos la mejor de toda la historia, competida, de considerable respuesta popular en las cunetas, marcada por los 11 finales en alto, un diseño que busca el espectáculo y que la diferencia de las otras dos grandes. Ahora el Mundial. La meta elevada en Valkenburg les sonará mucho a Contador, Valverde y Purito. A por el oro.

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