El fallecido corredor belga, homenajeado en la cuarta etapa de la carrera italiana, en la que no hubo disputa

El Giro llora a Weylandt

Los corredores del Leopard entran juntos en la línea de meta de Livorno.? (Foto: carlo ferraro)
El pelotón del Giro de Italia le rindió homenaje a Wouter Weylandt en una cuarta etapa en la que no hubo competición, sino un cómodo paseo de 216 kilómetros entre Génova y Livorno que empezó con un minuto de silencio en recuerdo del ciclista belga fallecido y terminó con el equipo Leopard unido en una sola mano cruzando la línea de meta.
Caras tristes, cabezas mirando al suelo, pocas ganas de subirse a la bicicleta, pero los 206 corredores que siguen en el Giro conformes con dedicarle la etapa a Weylandt. 'Un Giro es poco al lado de una vida', aseguraba Jorge Azanza (Euskaltel), uno de los que presenciaron la tragedia de cerca.

A un paso del puerto genovés, el Leopard formó con sus ocho corredores en línea. Pocos metros detrás los líderes de la general (David Millar); de la montaña (Brambilla); por puntos (Petacchi); y de los jóvenes (Bakelanddts). A cinco metros, el pelotón, en actitud de emoción y respeto. Después de un minuto de silencio se dio la salida poco antes del mediodía.

El francés Jerome Pineau, ex compañero de equipo y habitación de Weylandt, recordaba antes de la partida que 'nadie nace para morir así', y que 'el ciclismo es un trabajo peligroso'. Otro amigo del belga fallecido, el estadounidense Tyler Farrar, compañero de entrenamientos y vecino de Gante, anunció su decisión de abandonar el Giro por la 'pérdida de un hermano'.


EL COMPROMISO DEL PELOTÓN

Un trayecto bajo el sol que acompañó al grupo desde la costa Liguria a la Toscana. El pacto de los equipos incluía el compromiso de tirar diez kilómetros cada uno.

A tres de meta, el Leopard se situó en cabeza con sus ocho componentes en fila horizontal, más Farrar, el estadounidense del Garmin, íntimo amigo de Weylandt, su 'hermano', con el que compartía los entrenamientos. Por detrás, abanderando al pelotón, la maglia rosa, el escocés David Millar.

Ocho corredores en una sola lágrima que ocupaba el ancho de la carretera e infinitos metros en vertical, tal vez hasta la altura donde se supone que está Wouter Weylandt, aquel joven de 26 años que se dejó la vida en una curva del Passo di Bocco.

Ese lugar lo visitaron por la mañana sus padres y su mujer, Anne Sophie, embarazada de cinco meses. Allí quedaron flores y el recuerdo imborrable.

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