UNA LEYENDA DEL FÚTBOL

Adiós a 'La Saeta Rubia'

di-stefano
photo_camera Di Stéfano, durante su etapa como futbolista del Madrid.

Alfredo Di Stefano deja un palmarés interminable de títulos y también una lista notable de anécdotas que ayudan a comprender su carácter

Alfredo di Stéfano, presidente de honor del Real Madrid, falleció ayer a la edad de 88 años en el hospital Gregorio Marañón de Madrid, tres días después de sufrir una parada cardiorrespiratoria cuando salía de un restaurante.

Alfredo Di Stéfano, para muchos el "más grande" jugador de todos los tiempos, aunaba toda una serie de cualidades que le hicieron tener una personalidad fuerte, pero al mismo tiempo una fina ironía que dejó muchos momentos que han pasado a la biblia del fútbol.

Apodado "La Saeta Rubia", el hispanoargentino no sólo fue el inventor del denominado "futbolista total", sino que también marcó la frontera entre la "vieja" y la "nueva" forma de entender el "deporte rey".

Su hacer tuvo momentos significativos dentro y fuera de los terrenos de juego; y no sólo en beneficio de su club, el Real Madrid, del que fue jugador, entrenador y presidente de honor. También era admirado, querido y respetado por sus rivales, sus compañeros de profesión y discípulos. Y protagonista de infinidad de anécdotas.

Una de ellas ocurrió junto al italoargentino Omar Sivori, fallecido hace años y con quien Di Stéfano mantenía una relación de "amor-odio". El "cabezón", como era apodado Sívori, gran amigo de Di Stéfano y también genial, contaba esta anécdota cuando quería remarcar la importancia y personalidad que en el mundo del fútbol había tenido "La Saeta Rubia".

La anécdota, según relató hace años Sivori, además, tuvo lugar en la que era primera eliminatoria en competición oficial europea que enfrentó a ambos equipos: vuelta de los cuartos de final de la VII Copa de Europa, temporada 1961-62.

En la ida, el 14 de febrero de 1962, el Real Madrid se había impuesto en el viejo estadio "Comunale" de Turín con un gol de Alfredo Di Stéfano (m.79).

En la vuelta, el 21 de febrero de 1962, en el madrileño estadio Santiago Bernabéu, el Real Madrid se presentó con su tradicional uniforme blanco, mientras que el Juventus abandonó el suyo a rayas verticales blancas y negras, luciendo uno de color totalmente negro. Un uniforme que coincidía con el que entonces llevaban los colegiados y jueces de línea.

Esta coincidencia, sin duda, tuvo que llevar en más de una ocasión al equívoco a los jugadores madridistas, pues en el descanso (0-1, en el marcador, con gol del juventino Omar Sívori, minuto 38), Di Stefano acudió al vestuario del árbitro (el francés Guigue) con el segundo uniforme madridista, de color violeta, y le dijo al colegiado que si el Juventus no se lo ponía, el Real Madrid no saltaría al campo en la segunda mitad.

El colegiado accedió a la solicitud de Di Stéfano y obligó al Juventus a saltar con el uniforme violeta. La acción de Di Stéfano quedó grabada en la mente de los juventinos.

Otros grandes admiradores de "La Saeta Rubia" eran los ya fallecidos Gianni y Umberto Agnelli, cuya familia era y es propietaria del Juventus Turín.

"El gran pesar de mi hermano Gianni es Alfredo Di Stéfano, que prefirió el Real Madrid porque la esposa hablaba español y la gustaba ir allí", comentó en su día Umberto Agnelli en una entrevista.

Del Di Stéfano entrenador también hay miles y una anécdotas. Una de las más desconocidas, pero de las que fuimos fieles testigos los pocos que por entonces cubríamos la información del Real Madrid, cuando lo dirigió en el periodo 1982-84, tuvo como protagonista a Juanito Gómez, otro de los grandes ídolos del madridismo.

En un entrenamiento, en la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, que en sus camisetas entonces era patrocinado por una marca de electrodomésticos italianos, Di Stéfano no contento con la entrega que estaba haciendo Juanito se dirigió a él con la siguiente frase: "¡Che, te pesa la lavadora o qué!".

La frase de Di Stéfano dejó helado a todos, incluidos los apenas cinco periodistas allí presentes y que, entonces, podían seguir los entrenamientos incluso al borde del terreno de juego.

Pero, sobre todo, sirvió de espoleta a un Juanito que dio todo en el resto del entreno. Eso sí, luego, al término del mismo, se le acercó y agradeció la irónica forma en que Di Stéfano le llamó la atención.

Así era Di Stéfano, todo un compendio de calidad, genio, figura, que le llevaron a la cúspide de la historia del fútbol.

Te puede interesar