JUICIO ORAL

La asesinada en Narón no denunció las amenazas porque temía por su vida

El fiscal considera que es asesinato, con una pena de veinte años, y la defensa opina que es homicidio por no existir premeditación, con diez a quince años de castigo

La mujer degollada en la localidad coruñesa de Narón el 25 de junio de 2012, cuyo caso se juzga hasta mañana, había dicho a un agente de policía que era amigo suyo, y del que el acusado afirma que tenía una relación con ella, que tenía miedo de presentar una denuncia por acoso o malos tratos porque creía que si lo hacía, su expareja la mataría.

La sección primera de la Audiencia Provincial comenzó ayer el juicio oral por los hechos que ocurrieron el 25 de junio de 2012 cuando, en torno a las 15.30 horas, acabaron con la vida de Iria G.B., que tenía veintiocho años cuando murió.

El fiscal considera que es asesinato, con una pena de veinte años, y la defensa opina que es homicidio por no existir premeditación, con diez a quince años de castigo.

La fiscalía y la acusación particular acusan a Óscar José F.F., que entonces tenía 38 años, de estar apostado el día de los hechos "oculto entre unos matorrales (...) a la espera de que llegase" la que había sido su pareja hasta el mes de diciembre de 2010, un año y medio antes, aunque él dice que siguieron viéndose.

"Al detectar su presencia en dicho lugar y con ánimo de acabar con su vida, de forma sorpresiva se abalanzó por detrás de ella y valiéndose de un objeto cortante extremadamente filoso (...) le causó diferentes heridas, seccionándole completamente la tráquea entre el primer y segundo anillo, la vena yugular izquierda, la arteria carótida izquierda y ambos músculos trapecios", explica el fiscal.

En la sesión de hoy, orientada a testigos, ha comparecido un agente de policía del que había hablado ayer el acusado, pues, según él, la víctima mantenía una relación sentimental con ambos a la vez.

Este agente, de nuevo según el procesado, lo había detenido ya varias veces por tráfico de drogas, lo había amenazado y le había pegado, por lo que el autor confeso de los hechos no quería encontrárselo.

La versión del agente es que era su amigo y que si estaban juntos a menudo es porque ella "se sentía protegida", aunque reconoce que "la veía muy asustada, tenía mucho miedo" y por eso él la instaba a poner una denuncia contra el hombre que presuntamente la seguía, acosaba y amenazaba y que, de hecho, tuvo una condena posterior a cinco años de prisión por violencia de género.

"Si lo denuncio, me mata", le habría dicho la víctima a este policía, del que el padre el procesado ha dicho que lo tenía amenazado: "Le dijo que no iba a parar hasta meterlo en prisión, que le iba a pegar un tiro", ha argumentado.

El padre del acusado ha relatado que era ella la que no paraba de llamar y amenazar a su hijo e incluso en una ocasión la víctima le dijo que habían vuelto a darse una oportunidad.

La madre de la fallecida, que declaró tras un biombo para no encontrarse con el acusado, ha comentado que la última vez que habló con su hija fue antes de los hechos, cuando se entrecortó la llamada y nunca más volvió a contestar y también ha insistido en que la expareja no había convivido y que no estaban juntos en el momento de la muerte de Iria.

Otro amigo de la víctima ha abundado en que ella le comentó que el acusado la seguía y que la amenazaba con matarla por lo que la veía "angustiada", incluso decía que se iría a vivir a otra localidad porque "le tenía miedo".

Los vecinos escucharon gritos de ayuda y auxilio, vieron huir al acusado todo lleno de sangre, y algunos supusieron quién era porque sabían de las supuestas amenazas de su exnovio.

Otro policía, que ha confirmado las dos denuncias previas por maltrato y quebrantamiento de la orden de alejamiento, ha mencionado que unos matorrales en la zona estaban aplastados como si hubiese alguien escondido, pero no se ha precisado si era el acusado quien estaba escondido, si había sido otra persona en otro momento o si podrían estar aplastados por otro motivo.

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