El proyecto del arquitecto Peter Eisenman cumple diez años desde que ganara el concurso de ideas

La ciudad que emerge en el monte Gaiás

Eisenman visita las obras iniciales en el monte Gaiás, en una imagen de septiembre del 2002. (Foto: Archivo)
La de Peter Eisenman fue la elegida entre las doce propuestas presentadas al concurso de ideas de la Ciudad de la Cultura en 1999. El jurado se inclinó por el arquitecto estadounidense por ‘su singularidad tanto conceptual como plástica y su excepcional sintonía con el lugar’. Una década después, el complejo del Gaiás cobra forma y su ejecución se aproxima a los dos tercios del proyecto.
La superficie, respondiendo a las demandas de la Administración autonómica, triplica la diseñada por Eisenman y el presupuesto también ha aumentado con el paso de los años. Los tres primeros edificios abrirán en cuestión de meses y el arquitecto aprovecha sus visitas a Compostela para revisar hasta los más pequeños detalles en la ejecución de las obras. Confía plenamente en su equipo de campo, pero le gusta comprobar como crece su obra más grande.

Dedica mucho tiempo y energía a elaborar teorías para una obra que en muchos casos perturba e incomoda. La suya es una arquitectura más intelectual que sensual, pero a Peter Eisenman también le gusta estar a pie de obra en la Cidade da Cultura. En los últimos dos meses ha venido dos veces para revisar como avanzan las obras en el monte Gaiás. ‘Estamos trabajando, una vez consolidada la estructura principal, en los pequeños detalles. Estoy revisando si esas pequeñas cosas van como acordamos en mi anterior visita. Está todo bien finalizado en líneas generales, aunque me cabreo conmigo mismo cuando veo cosas como las alarmas de incendio rojas en esta inmensidad blanca; me pregunto como las han podido poner ahí’, explica Eisenman. ‘Estas cosas -añade- ocurren en todos los lugares. No puedes controlarlo todo, si tu eres capaz de controlar el 85% de lo que construyes, puede estar satisfecho. Lo cierto es que los remates van bien, tenemos un gran equipo de campo y me siento muy satisfecho’.

Tres de los seis edificios del complejo (Biblioteca, Archivo y Servicios Centrales) se pondrán en uso en 2010. Algunos de estos espacios ya están ocupados, mientras -a pocos metros- avanza el recubrimiento de las cúpulas y la construcción de los que serán el teatro y el museo. El proyecto arrancaba hace una década cuando, en 1999, la Xunta de Galicia convocaba un concurso internacional de arquitectura la que se presentaron doce propuestas de destacados equipos. Tras la retirada del proyecto de Santiago Calatrava, quedaron once: César Portela, Manuel Gallego Jorreto, Juan Navarro Baldeweg, Ricardo Boffil, Annette Gigon y maike Guyer, Steve Holl, Rem Koolhass, Daniel Libeskind, Jean Nouvel, Dominique Perrault y Peter Einsenman.

La más seductora de las propuestas fue la presentada por el arquitecto neoyorquino. Un complejo de 141.800 metros cuadrados formado por museos, bibliotecas, archivos y auditorios. El proyecto de Eisenman trata de reconciliar la conservación patrimonial con la producción de conocimiento, la investigación, la creación y el consumo cultural; en 2001 comenzaron las excavaciones en la cresta del monte y, con el paso de los meses, ya se apreciaba la suave reconversión de la topografía en la ladera del Gaiás.

Creciendo año a año

El proyecto fue creciendo con el paso de los años. La superficie del plan original era una tercera parte del actual. Creció, según Eisenman, porque así se lo pidieron. Y eso también aumentó su coste; el presupuesto inicial era de 108 millones de euros, el licitado en 2005 ascendía a 373 millones y el comprometido en la actualidad ya supera los 475 millones. La consellería de Cultura destina en 2009 una partida de 40,9 millones al complejo del Gaiás, casi el 23% del presupuesto del departamento.

‘El plan original contemplaba contemplaba una capacidad de 500 personas para el palacio de la Ópera y la Música; dijimos que no se podía hacer así aunque fuese económicamente viable. Los responsables de la Consellería de Cultura de hace diez años dijeron que querían una biblioteca para un millón de libros. Las expectativas iniciales fueron aumentando y esto también provoca un incremento en la cuenta’, argumenta Eisenman. ‘Comparado con otros proyectos culturales en España -continúa-, éste no es un proyecto caro. El precio por metro cuadrado es muchísimo más alto en la Casa de la Ópera de Valencia, el Reina Sofía o el Museo de Moneo’.

El arquitecto confía en que la Cidade da Cultura consiga situar a Galicia en los mapas de turismo arquitectónico y, de esta forma, lograr la viabilidad sobre la que tanto se ha especulado en los últimos años. ‘La intención de los promotores es conseguir que venga más visitantes a Galicia, utilizando la cultura para hacer crecer el turismo, lograr un crecimiento económico, impulsar el desarrollo industrial y crear puestos de trabajo’, explica. ‘La Cidade da Cultura no pretende ser un centro de representaciones, música, baile... Tiene que ser una mezcla de todas las artes, que se reforzasen unas a otras; tener algo diferente para cada parte del año’, concluye Eisenman.

Un proyecto que sorprende hasta a su creador

Una cosa es hacer maquetas, planos o verlo en la pantalla de un ordenador... y otra cosa es verla en la realidad. La escala es muy cambiante, se combinan espacios amplios y reducidos. La sensación, a pie de obra o dentro de los edificios, es muy diferente. No podría imaginármelo así en el momento en el que lo estaba diseñando’, explica Peter Eisenman. ‘Y cada vez que vuelvo a Santiago está diferente. Siempre hay algo nuevo para ver. Este proyecto no permanece estático, se mueve continuamente y eso es maravilloso’, afirma.

El ritmo de construcción no tiene nada que ver con los ciclos políticos, no se miden por legislaturas. ‘En el Centro Guery, que es un proyecto de menor dimensión que el de la Cidade da Cultura y comprende seis edificios, fueron necesarios quince años. Aquí llevamos una década y la crisis económica ha supuesto un lastre importante. Si conseguimos finalizarlo en quince años, estaríamos haciendo las cosas bastante bien’, afirma el arquitecto. Los grandes proyectos llevan tiempo. El Memorial del Holocausto que Eisenman plantó en Berlín a escasos metros de la puerta de Brandeburgo exigió casi una década de esfuerzos; el estadio diseñado por el arquitecto neoyorquino en Arizona tardo 11 años en ser una realidad. ‘Estos proyectos exigen tiempo y mucha dedicación. La política de construcción siempre es complicada y hay que tomar muchas decisiones -apunta-. Ahora estamos con el tercer presidente autonómico y, por tanto, ante el tercer proyecto político. Es lógico que cada gobierno tenga unas ideas diferentes. Si a esto le añadimos una situación económica delicada podemos comprender las dificultades que acompañan a un proyecto de estas características’.

Asegura que siempre hay un proceso de negociación entre el promotor y el arquitecto; sea la construcción de un edificio o el diseño de una ciudad: ‘Hay un diálogo y una tensión sana, pasa con cualquier proyecto o con cualquier arquitecto. Es imposible verlo todo en una maqueta’.

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