Más de 250.000 fieles acompañaron a la imagen en un recorrido penitencial ya tradicional por el centro de la ciudad

El Cristo de la Victoria salió en la procesión de mayor arraigo en Vigo

Miles de fieles buscaron protección en el Cristo de la Victoria, acompañando a la imagen en su procesión por la ciudad. (Foto: FOTOS: J.V, LANDÍN)
Entre olores a cirio quemado y flores, el Cristo de la Victoria salió de la Concatedral. En la puerta le esperaban miles de fieles. Después de unos momentos de tensión para superar la puerta del templo, se encaminó por la Rúa Real.
La estrechez de la calle ralentizó el ritmo y hasta pasadas las 20 horas no alcanzó O Berbés, donde se incorporó el grueso de la procesión. En la plaza de Os Ratos, se sumaron tres policías motorizados, los integrantes de la Cofradía del Cristo del Silencio, de la Adoración Nocturna y de la Orden dos Cabaleiros.

Los devotos con los cirios encendidos discurrieron en dos hileras a cada lado de la carretera. En una atmósfera solemne, solo rota por las salvas, las oraciones por megafonía y los tambores de la Unión Musical de Coruxo, avanzaban con un ritmo lento. Abriendo la comitiva, iba la Cruz de Santificación, a continuación Manuel Pérez, el exalcalde, que junto a sus hijos Manuel y David, portaba el pendón. Mucho más atrás, el hermano carretero, Manuel Sanjurjo marcaba el ritmo del carro que portaba al Santísimo. Lo empujaban veinte cofrades: dieciséis costaleros, en las agarraderas exteriores, y cuatro carreteros, desde debajo del soporte. Victorio Comesaña, el guía, se cercioraba de que el carro no se desviara de la senda.

Flanqueando a la imagen, militares de la Unidad de Zamora. Marora Martín- Colate, hermana mayor del Cristo, acompañaba al resto de los cofrades.

Un poco más atrás, la curia y las autoridades militares y civiles: el subdelegado del Gobierno, Antonio Coello; el presidente de la Autoridad Portuaria, Ignacio López-Chaves; la delegada de la Xunta, María José Bravo Bosch; el alcalde Abel Caballero y concejales socialistas y populares, junto a otras caras conocidas como Lucía Molares o Corina Porro. El grupo estaba encabezado por Alejandro Pérez, que en su calidad del concejal más joven de la corporación municipal, llevó el estandarte del Cristo.

Cerraban la procesión miles de vigueses que seguían al paso en grupo sin orden determinado. A lo largo del recorrido se iban incorporando más fieles. Prosiguió por Cánovas del Castillo, Montero Ríos, Concepción Arenal, Colón, Policarpo Sanz para hacer una parada en la Porta do Sol. Allí, tuvo lugar la ofrenda floral al Cristo de la Victoria, que fue despedido por los fieles que le cantaron el himno. Se realizó la tradicional ofrenda floral hecha por devotos vestidos con el traje tradicional. Lenta y ya con menos acompañantes, la talla enfiló por la Rúa de O Triunfo para entrar de nuevo a la Concatedral. Permanecerá erguida sobre el carro hasta el jueves, en que costaleros y carreteros repetirán a la inversa la operación del sábado, subiendo el Cristo al altar, pero en un ambiente mucho más íntimo. Poco a poco, los participantes en la procesión se dispersaron en distintas direcciones de la ciudad.

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