Los agricultores se sienten indefensos ante los ataques, más de 800 denunciados el pasado año

La indeseada visita del jabalí

No existe un censo de jabalíes, pero los técnicos estiman que en los montes gallegos hay más de 15.000 ejemplares. Tras el incremento experimentado en los últimos años, la población tiende a estabilizarse; los cazadores abaten más de cinco mil animales al año, casi tantos como nacen. Los que sobreviven se acercan cada vez más a las explotaciones agrarias. Los agricultores denunciaron 835 ataques en 2007.
Jesús Conde había sembrado casi una hectárea de maíz, cerca de 90.000 plantas. El paso de una manada de jabalíes arrasó con todo lo que encontró a su paso y acabó con todas sus previsiones de cosecha. Sólo mil plantas quedaron en pie. ‘Es como si lo hubiese perdido todo de la noche a la mañana. Sembrar una hectárea nos cuesta cerca de mil euros y éstas no son las únicas pérdidas que subimos’, explica este agricultor de A Estrada (Pontevedra).

A sus vecinas de la parroquia de Lamas también les han dado disgustos los jabalíes en las últimas semanas. ‘Nos causaron daños en las huertas y en los cultivos de repollo. La última manada arrasó con media hectárea de maíz’, indica Fina Brea, de la Sociedad Peregrina. ‘Las indemnizaciones que recibamos -añade- nunca serán superiores a los 1.200 euros por explotación; sólo conceden una ayuda anual y ese dinero es necesario para compensar un único ataque; por desgracia, cada año sufrimos varios ataques y las indemnizaciones son insuficientes’.

Indefensos

El maíz también escasea este año en la parroquia de San Xoán de Segovia, en el municipio lucense de O Corgo. Algunos vecinos decidieron no sembrarlo después de que los jabalíes estropeasen 35 toneladas de patata. La última visita de los puercos bravos fue al único patatal que permanecía intacto; pese a estar vallado, los animales consiguieron acceder y arrancar 1.700 plantas que, según los propietarios, iban a producir cinco mil kilos. ‘Las pérdidas acumuladas por todos los vecinos de la parroquia superan los 35.000 kilos. Perdimos prácticamente toda la cosecha y nos sentimos indefensos’, explica José Seoane.

Los jabalíes también dejan su huella en los prados de O Corgo. ‘Levantan a herba porque veñen buscando raíces e miñocas coas que alimentarse’, explica María Sánchez. ‘O dano -continúa- non queda aí. A herba non serve para nada porque as vacas non a comen ó notar o cheiro do xabarín’. Los vecinos de esta aldea lucense repiten las demandas escuchadas en otros puntos de Galicia; quieren que se levante la veda establecida para poder realizar batidas que permitan reducir la población de jabalí.

Los agricultores, en muchos casos, son también cazadores. Hartos de ver sus fincas destrozadas, le piden a la Xunta que autorice más batidas porque entienden que en algunos montes hay demasiados puercos bravos que bajan a las huertas en busca de alimentos. ‘O que comen non é o problema; é moito maior o dano que causan alí por onde pasan e fozan co fuciño’, explica Francisco González, agricultor de Muxía. Los cazadores de este municipio de la Costa da Morte abatieron la temporada pasada los ocho ejemplares permitidos por Medio Ambiente. ‘Habría que ampliar el cupo de jabalíes a abatir en este coto porque hay demasiados -explica Antonio Lemus, presidente de los cazadores-. La ampliación traería ventajas para todos’.

Soluciones alternativas

Los cambios registrados en el medio rural gallego en los últimos años obligan a buscar soluciones alternativas como la instalación de pastores eléctricos o la creación de pastos adicionales que le faciliten el alimento a los puercos bravos. Cazadores del País Vasco han probado satisfactoriamente con sistemas de radiocontrol para el seguimiento de las poblaciones de jabalí.

Cazadores, agricultores y ecologistas rechazan prácticas como las detectadas hace unas semanas en las inmediaciones del Parque natural del Xurés. Miembros del Seprona de Lobios encontraron una veintena de lazos de acero destinados a la caza de animales salvajes. Los agentes de la Guardia Civil no tienen constancia de animales muertos, pero siguen buscando a quienes colocaron estas trampas. Los culpables se exponen a multas de hasta seis mil euros.

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